Un solo sujeto para tantas epistemologías: neurodiversidad, alfabeto e inteligencia artificial
1) Tesis
Aunque el siglo XX y XXI multiplicaron los lenguajes de la verdad —del objetivismo más duro al constructivismo, del hegelianismo a la ontología heideggeriana—, en la práctica universitaria el “sujeto epistémico” permanece uno y el mismo: el estudiante académico letrado, sentado, quieto, oyendo cátedra, leyendo, escribiendo, fichando bibliografía, asistiendo a congresos y comprando libros. La pluralidad teórica convive con una homogeneidad corporal, temporal y mediática del conocer. En ese molde, la neurodiversidad (TDAH, autismo, dislexia y altas capacidades) queda en los márgenes.
2) Genealogía mínima: del paisaje al papel
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Oralidad primaria: el saber se fijaba en el cuerpo, el ritmo y el paisaje. Se memorizaba caminando, cantando, narrando; la comunidad era archivo; el gesto, un silogismo encarnado.
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Alfabetización: el alfabeto externaliza la memoria en signos lineales y estandariza el acceso: leer/escribir, sentarse, callar, secuenciar. Nace el sujeto letrado sedentario, que la academia toma como universal.
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Resultado: aun cuando las corrientes filosóficas discrepan sobre qué es la verdad, concuerdan en el “cómo” práctico de producirla: texto lineal + tiempo homogéneo + quietud corporal.
3) El molde invisible: condiciones del “sujeto académico”
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Corporalidad: quietud, silencio, mirada frontal.
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Canal: supremacía de lo escrito alfabético y lo expositivo magistral.
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Temporalidad: calendarios uniformes (semestre, crédito, plazo).
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Valor: producción escrita evaluable (paper, ensayo, tesis) y consumo textual (bibliografía, reseñas).
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Sociabilidad: conferencia, aula, biblioteca; guion implícito de turnos y códigos.
4) La neurodiversidad frente al molde
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TDAH: temporalidad por ráfagas/urgencia; pensamiento en movimiento. Choca la quietud y el tiempo lineal.
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Autismo: hiperprocesamiento sensorial y preferencia por patrones, precisión y rutina; saturan el ruido social del aula y las convenciones implícitas.
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Dislexia: fortaleza visual/espacial/oral; sufre la “alfabetocentría” de lectura-escritura como única vía legítima.
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Altas capacidades: hiperlucidez + hiperexigencia + velocidad; se ahogan en la repetición y la simplificación del aula.
Paradoja: muchos de estos perfiles habrían brillado en una ecología del saber pre-alfabética (narración, gesto, memoria espacial, ritmo, artes del paisaje). El problema no es “capacidad”, sino ajuste entre forma de saber y formato institucional.
5) IA: ¿revancha epistémica o nueva normalización?
La IA reabre el “cómo” del conocer con multimodalidad y personalización:
Potenciales de revancha
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Des-alfabetización parcial del acceso: texto→voz, voz→texto, imagen→explicación; vías no lineales para comprender y producir.
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Andamiaje atencional (TDAH): agentes que trocean tareas, activan recordatorios, convierten objetivos en pasos accionables.
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Comunicación regulada (autismo): mediación escrita/asincrónica con control sensorial y semántico; detección de ambigüedades y doble sentido.
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Composición multimodal (dislexia y altas capacidades): presentar conocimiento en mapas, modelos 3D, guiones orales, música, visualizaciones con apoyo de IA.
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Ritmos múltiples: el estudio deja de ser “una velocidad para todos”; surge el tiempo epistémico propio.
Riesgos reales
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Re-normalización algorítmica: si los modelos se entrenan en corpus académicos estándar, la IA puede reproducir el mismo sujeto letrado, ahora automatizado.
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Sesgo y vigilancia: “ajustes” que patologizan estilos, scoring atencional, proctoring punitivo.
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Tercerización de la agencia: convertir la diferencia en dependencia tecnológica, sin transferencia de criterio.
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Homogeneización del formato: plantillas “perfectas” que borran la huella singular de pensar.
Criterio de emancipación
La IA sirve a la “revancha” neurodiversa si y solo si:
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Amplía los medios de producción de conocimiento (voz, imagen, código, gesto, prototipo),
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Devuelve agencia (elección de formato, control del flujo),
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Reconoce el crédito a autorías no textuales,
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No penaliza ritmos y corporalidades divergentes.
6) Una agenda de diseño y política (concreto y practicable)
En la universidad
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Evaluación multimodal equivalente: permitir defender una idea vía ensayo o podcast argumentado o prototipo o exposición visual con guion.
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Silabus en dos capas: textual y audiovisual/diagramática; lecturas + mapas conceptuales generados/curados con IA.
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Laboratorios de oralidad y paisaje: seminarios caminados, lectura en movimiento, “clases de patrón” (detectar regularidades en entorno).
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Rubricas por criterios, no por formato (claridad, evidencia, originalidad, transferencia), válidas para texto, audio, video, modelo.
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Acreditación de coautoría IA transparente: qué hizo el estudiante, qué la herramienta, qué criterio se ejerció.
En tecnología
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Modelos “neurodiversidad-first”: UI con control de estímulos (ruido/luces), escalado del texto, lectura hablada, navegación por bloques.
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Toolkits de andamiaje: planificadores conversacionales para TDAH; detectores de ambigüedad para autismo; correctores fonológicos/visuales para dislexia; entornos de exploración profunda para altas capacidades.
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Datos y ética: auditorías participativas con usuarios neurodivergentes; veto a métricas punitivas (scoring atencional).
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Formato por defecto: plural. La app propone rutas equivalentes (leer, escuchar, ver, construir) y no degrada las no textuales.
7) Objeciones y respuestas
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“Sin escritura no hay rigor” → El rigor es criterio, no formato. Se puede argumentar con voz o imagen si hay estructura, evidencia y revisión.
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“La IA hará trampa” → El problema no es la herramienta sino qué competencias evaluamos. Evaluemos criterio, transferencia, autoría situada; no solo producción bruta.
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“La diversidad es coste administrativo” → Es ganancia epistémica: más rutas de acceso producen mejores problemas, más creatividad y menos deserción.
8) Cierre
Tenemos muchas epistemologías en los libros, pero un solo cuerpo en el aula. La neurodiversidad desnuda esa contradicción. La IA puede ser la tecnología del ajuste fino: o refuerza el molde alfabético (mismo sujeto, ahora algorítmico), o abre la puerta a una república de formas del conocer donde el caminar, el ritmo, la voz, el plano, el código y el texto se reconocen como caminos equivalentes hacia la verdad.
La “revancha” no es revancha contra nadie; es el retorno de lo que el alfabeto exilió. Si lo hacemos bien, la universidad dejará de pedir un solo cuerpo para pensar, y empezará a reconocer muchos.
Si quieres, lo convierto en capítulo de tesis (con hipótesis explícitas, estado del arte y ejemplos de implementación) o en artículo para revista de educación/filosofía de la ciencia.