Engramas y Control Ejecutivo: Una Nueva Mirada al TDA-H y al Trauma
Por Atencion.org
🔹 Cuando las palabras nos encadenan
Hay dos términos que usamos tanto que ya no los escuchamos. TDA-H y trauma. Dos etiquetas que parecen diagnósticos técnicos pero que, en realidad, cargan siglos de interpretaciones, culpas y miedos. Ambas tienen el mismo problema: suenan a fallo interior. Trastorno. Déficit. Herida. Una sentencia que marca.
Pero ¿qué pasaría si dejáramos de mirarlas como fallas y empezáramos a verlas como lo que son en su raíz biológica? ¿Qué pasaría si, en lugar de decir trauma, habláramos de engrama emocional? ¿Si, en lugar de TDA-H, habláramos de dificultades con el control ejecutivo? De repente la narrativa cambia: ya no hablamos de roturas, sino de programas aprendidos que pueden actualizarse.
🔹 El animal que no sabe que tiene trauma
Cuando rescatamos a un perro maltratado, vemos sufrimiento. Nos duele su temblor, sus ojos alertas, su cuerpo encogido. Lo llamamos trauma. Pero el perro no piensa: “Estoy traumatizado”. Para él, todo lo que hace es coherente: responde al mundo como aprendió que tenía que hacerlo para sobrevivir. Su cuerpo es un manual de estrategias vivas, no una herida emocional consciente.
Ese matiz importa. Porque cuando humanizamos el sufrimiento animal, proyectamos nuestro lenguaje: creemos que lo que vemos es pena en vez de un sistema nervioso funcionando como fue entrenado. El perro no necesita “psicoanálisis canino”; necesita seguridad repetida, alimento, espacio para relajarse y un contexto que contradiga suavemente su expectativa de peligro. Lo mismo, en el fondo, necesitamos nosotros.
🔹 El trauma no es un fallo, es un engrama
En neurociencia, un engrama es una huella de memoria en el sistema nervioso. Cuando una experiencia es demasiado intensa, se graba como patrón automático de respuesta. Lo que llamamos trauma es, en realidad, eso: un engrama emocional profundo que quedó fuera de contexto.
Un engrama no es malo ni bueno. Es una memoria viva. Una marca vital. Un mapa de supervivencia que en algún momento tuvo sentido. El problema no es que exista, sino que a veces no se actualiza. Se queda congelado respondiendo a un mundo que ya no es.
Actualizar un engrama no es “curar un trauma”: es enseñarle a tu cuerpo una nueva realidad. El proceso es simple pero poderoso:
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Exposición suave a una experiencia segura.
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Registrar la contradicción (esto que temía ya no es peligroso).
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Desensibilizar progresivamente.
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Celebrar el cambio para consolidar la nueva huella.
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Reconocer que el antiguo patrón no era un fallo, sino una estrategia.
🔹 TDA-H: ¿déficit de atención o control ejecutivo inestable?
El otro gran malentendido es el TDA-H. No es, en realidad, un “déficit de atención”: las personas con TDA-H pueden hiperfocalizar de forma asombrosa. Tampoco siempre hay hiperactividad visible: a veces es interna, mental, una tormenta silenciosa. El núcleo es otro: inestabilidad en el control ejecutivo.
Las funciones ejecutivas son el director de orquesta del cerebro: planifican, inhiben impulsos, sostienen el foco, regulan emociones. En el TDA-H, ese director funciona en ráfagas: a veces brillante, a veces ausente. No porque haya pereza o falta de voluntad, sino porque su química y sus redes neuronales funcionan con más inestabilidad y sensibilidad a la motivación y al contexto.
Mirarlo así cambia la intervención: ya no buscamos “forzar atención”, sino entrenar y apoyar el control ejecutivo, combinando estructura externa, estrategias de autorregulación y movimiento corporal como ancla.
🔹 Cuando TDA-H y trauma se encuentran
La combinación es común y delicada. Un sistema nervioso de alta reactividad con engramas emocionales profundos puede vivir en modo “alerta + impulso” casi constante. No porque esté roto, sino porque su diseño y su historia se potencian.
Trabajar ahí requiere un doble mapa:
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Control Ejecutivo (CE): entrenar pausas, planificar pasos, usar el cuerpo para estabilizar foco.
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Engramas Emocionales (EE): crear experiencias correctivas seguras que actualicen patrones de protección.
El objetivo no es curar dos diagnósticos, sino enseñar a un sistema nervioso rápido y sensible a encontrar calma y dirección.
🔹 ¿Qué hacemos con palabras tan cargadas?
De momento, TDA-H y trauma son las etiquetas oficiales. Pero podemos traducirlas internamente. Podemos decir en consulta, en investigación, en acompañamiento:
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“Aquí hay un estilo de control ejecutivo que necesita nuevas herramientas.”
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“Aquí hay engramas emocionales que están pidiendo actualización.”
Ese cambio de lenguaje no es cosmético: reorganiza la mente, abre espacio para la curiosidad y quita el peso de la identidad.
🔹 Entre sectas, terapias y el poder de tocar engramas
No es casual que muchas sectas hayan usado técnicas para trabajar con experiencias intensas. Cienciología, NXIVM y otras descubrieron que tocar un engrama emocional abre plasticidad y puede reescribir patrones.
En estos marcos, la persona vive un estado de alta sugestión, donde asocia sus cambios internos a la figura del grupo o del líder. Esa combinación de catarsis emocional, alivio y vínculo genera un nivel de neuroplasticidad altísimo, un momento en el que el cerebro está literalmente reescribiendo conexiones.
Ese estado es un filo de dos caras:
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En terapia ética, se usa para devolver autonomía y enseñar que la fuerza está en la persona.
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En una secta, se usa para implantar el guion del titiritero, creando dependencia y asociando la sensación de liberación al poder del grupo.
El aprendizaje es claro: trabajar con engramas es potente. La clave está en hacerlo con ética, autonomía y contexto seguro. El mismo mecanismo que puede sanar también puede manipular, dependiendo de quién tenga las manos en el proceso.
🔹 Un consejo sencillo: volver al cuerpo
A veces el primer paso no es una técnica compleja, sino algo que cualquiera puede hacer. Una manera de reconectar con el cuerpo y darle al cerebro un estímulo de integración es caminar sin objetivo, de forma despreocupada.
Ese simple acto de caminar alternando ambos lados del cuerpo es una forma natural de estimulación bilateral. Algo parecido a lo que hace la terapia EMDR, pero sin protocolos ni etiquetas: solo tú, tu cuerpo, el movimiento rítmico de los pies, la respiración. Diez minutos así pueden empezar a enseñarle al sistema nervioso que es posible salir del bucle de alerta y entrar en un ritmo más equilibrado.
Caminar como juego, no como obligación. Caminar para que el cuerpo le recuerde a la mente que todavía sabe moverse hacia adelante.
🔹 Un nuevo marco: CE+EE
Podríamos llamarlo así: Control Ejecutivo + Engramas Emocionales. Un modelo que ve el TDA-H y el trauma no como diagnósticos rotos, sino como mapas de aprendizaje que pueden evolucionar.
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CE = entrenar el director de orquesta del cerebro.
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EE = actualizar los programas emocionales antiguos.
El resultado no es una persona “curada”, sino un sistema nervioso más flexible, capaz de responder al presente en lugar de repetir el pasado.
🔹 Cerrar el círculo
Quizás, en el fondo, el camino no sea inventar etiquetas nuevas sino recordar algo viejo: que nuestro cuerpo y nuestra mente están diseñados para aprender, desaprender y reaprender. Que lo que llamamos TDA-H y trauma son simplemente nombres para estilos de supervivencia.
Si empezamos a hablar de engrama en lugar de trauma, de control ejecutivo en lugar de déficit, tal vez no solo hagamos mejores terapias. Tal vez devolvamos a la gente y a los animales la dignidad de no ser rotos, sino adaptativos, sensibles y capaces de actualizarse.
Artículo publicado por Atencion.org