lunes, abril 07, 2025

El talento disperso y la inteligencia circular: hacia una nueva concepción de las capacidades humanas

Durante siglos, la noción de “altas capacidades” ha sido tratada como un rasgo distintivo de una minoría excepcional. Se ha descrito como un fenómeno reservado para quienes superan ciertos umbrales de inteligencia o creatividad, relegando al resto de la humanidad a la medianía. Pero, ¿y si todos poseyéramos, en alguna área específica, una capacidad extraordinaria que sobresale del promedio? ¿Y si la inteligencia no fuera un recurso distribuido de manera homogénea, sino un fenómeno de asimetrías y compensaciones?

Esta idea nos invita a replantearnos lo que entendemos por talento, sugiriendo un modelo más complejo y dinámico: el talento disperso y la inteligencia circular.

Una capacidad excepcional en cada uno de nosotros

El concepto de talento disperso parte de una hipótesis provocadora: todos, en algún momento o en algún aspecto de nuestra vida, poseemos una habilidad que nos coloca en un nivel significativamente superior al promedio. Sin embargo, esta habilidad no siempre es visible, ni se manifiesta de manera convencional. No necesariamente se traduce en un coeficiente intelectual elevado ni en un rendimiento académico sobresaliente. Puede tratarse de una intuición aguda para detectar patrones en la naturaleza, una sensibilidad especial para captar matices emocionales o una capacidad asombrosa para improvisar soluciones en situaciones de crisis.

La razón por la que estas habilidades no siempre se identifican es que el sistema de evaluación de la inteligencia ha sido históricamente lineal y reduccionista. Se privilegia lo que puede medirse fácilmente —la lógica matemática, la capacidad verbal, la memoria— y se ignoran otras formas de talento que podrían ser igual de extraordinarias.

Habilidades compensatorias y la inteligencia como sistema circular

Si cada individuo tiene una o varias áreas de alta capacidad, ¿qué ocurre con sus otras habilidades? Aquí es donde entra en juego la teoría de la inteligencia circular. En lugar de concebir la inteligencia como una línea continua en la que algunos están más arriba que otros, podríamos imaginarla como un sistema en el que las fortalezas y debilidades se equilibran de manera dinámica.

Existen múltiples ejemplos de esta compensación. Algunas personas con una memoria excepcional pueden tener dificultades con el pensamiento abstracto; otras, que destacan en creatividad e innovación, pueden carecer de habilidades organizativas básicas. En muchos casos, una aparente limitación puede dar lugar a una fortaleza oculta: la dislexia, por ejemplo, a menudo se asocia con dificultades en la lectura, pero también con un pensamiento altamente visual y creativo.

El contexto como activador del talento oculto

El problema no es solo la forma en que medimos la inteligencia, sino el entorno en el que esta se desarrolla. Muchas capacidades excepcionales pasan desapercibidas porque nunca encuentran el contexto adecuado para florecer.

Si una persona con una increíble memoria espacial vive en un mundo donde esas habilidades no son valoradas, es probable que nunca se reconozca su potencial. Del mismo modo, alguien con una gran sensibilidad para la música, pero sin acceso a instrumentos, puede pasar toda su vida sin descubrir su talento.

Esto nos lleva a una conclusión inquietante: quizás el problema no es la falta de talento, sino la falta de oportunidades para identificarlo y cultivarlo.

Hacia un nuevo paradigma de las capacidades humanas

Si aceptamos que cada persona tiene una capacidad diferencial —un punto en el que se eleva por encima del promedio—, entonces la noción de "altas capacidades" deja de ser un atributo exclusivo para convertirse en una característica universal, aunque distribuida de manera desigual. No se trataría de preguntar quién tiene talento, sino en qué contexto y bajo qué condiciones cada persona puede descubrir y desarrollar su singularidad.

Este cambio de perspectiva podría revolucionar la educación, la psicología y la manera en que entendemos el desarrollo humano. En lugar de centrarnos en etiquetar a unos pocos como "superdotados", podríamos construir sistemas que permitan a cada persona encontrar su área de excelencia, descubrir sus habilidades compensatorias y desarrollar su potencial en función de su entorno.

Tal vez el verdadero genio no reside en la excepcionalidad de unos pocos, sino en la capacidad de todos para encontrar el espacio donde su inteligencia brilla con luz propia.


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