lunes, abril 07, 2025

El error es información
Coaching para TDA-H

En el contexto del TDA-H, el error suele ser vivido como una condena. Desde temprano, muchos niños y niñas con este perfil aprenden que equivocarse conlleva más que una simple corrección: implica decepcionar, interrumpir la clase, ser “el problema” o quedar fuera de sincronía con el ritmo del grupo. La experiencia del error, lejos de convertirse en una herramienta de aprendizaje, se transforma en una alerta constante de peligro. Sin embargo, en el trabajo de coaching con adultos y jóvenes con TDA-H, reaprender el significado del error puede ser un punto de inflexión.

Cuando decimos “el error es información”, estamos haciendo una declaración radical. No es un juicio sobre el valor de la persona, no es una prueba de incapacidad, no es una señal de que hay algo roto. Es un dato. El error muestra un desfase entre lo que intentamos y lo que ocurrió. Nos habla de cómo funciona nuestro sistema de atención, qué distracciones aparecen, qué estímulos dominan, qué hábitos fallan o qué estrategias ya no sirven. El error revela el mapa interno.

Quien vive con TDA-H suele tener una relación sensible con el error. A veces se reacciona con una autocrítica excesiva, otras con una evitación total. Se posterga, se sabotea, se evade. No por flojera, sino porque enfrentarse al error activa antiguas emociones: vergüenza, frustración, enojo. Por eso, en el coaching no se trata solo de corregir conductas, sino de cambiar la forma en que la persona interpreta sus propias fallas. Aprender a leer los errores como información —no como amenazas— es un acto profundo de autoobservación.

Un ejemplo: alguien olvida nuevamente una reunión importante. No se trata solo de usar una mejor agenda. El olvido puede hablarnos de sobrecarga, de un sistema de alerta saturado, de la necesidad de revisar cómo organiza su tiempo o cómo detecta las señales de importancia en su entorno. Cada error señala una oportunidad para diseñar una nueva estrategia, no para reforzar la culpa.

Desde este enfoque, el coaching TDA-H se convierte en una práctica de lectura. Leemos errores como quien descifra pistas. Detrás de cada acto fallido hay un patrón, una forma de atención, una necesidad no vista. El cambio no ocurre porque uno deja de equivocarse, sino porque empieza a entender sus errores como mensajes. El error deja de ser un obstáculo y se transforma en un aliado incómodo, pero valioso.

Cuando alguien con TDA-H logra mirar así sus desajustes, comienza a recuperar agencia. No necesita negar su condición, ni pelear con ella todo el tiempo. Puede usarla como fuente de autoconocimiento. No se trata de glorificar el error ni romantizar el trastorno. Se trata de asumir que, para quienes viven con este tipo de funcionamiento mental, los caminos no son siempre directos, y que en esas curvas se esconde un tipo de sabiduría que no se aprende en línea recta.

El error no es el enemigo. Es la primera pista.

atencion.org
7 de abril de 2025


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