lunes, marzo 24, 2025

Filosofía y Sesgo: ¿Nos Enseñan a Pensar o a Justificar lo que ya Creemos?

Es común pensar que la filosofía nos enseña a pensar, a desarrollar un razonamiento riguroso y a cuestionar nuestras propias creencias. Pero, ¿y si en realidad su mayor enseñanza no fuera el pensamiento crítico, sino el arte de argumentar? Es decir, no tanto cuestionar lo que creemos, sino aprender a hilar razonamientos que justifiquen lo que, en el fondo, ya damos por cierto.

Este problema es especialmente relevante en el mundo del coaching y del desarrollo humano, donde la retórica y la lógica pueden ser herramientas poderosas tanto para la claridad como para la autojustificación.

La Filosofía como Estrategia Argumentativa

En la práctica filosófica, muchas veces el proceso no comienza con una mente en blanco que investiga con neutralidad, sino con una intuición, una sensación visceral de lo que es cierto o valioso. Luego, el pensamiento se convierte en una construcción argumentativa para sostener esa intuición. No es casualidad que filósofos de distintas épocas hayan desarrollado sistemas enteros que, a pesar de su aparente rigor lógico, terminan sosteniendo visiones del mundo que parecen responder más a su temperamento, experiencias o inclinaciones personales que a un análisis puramente racional.

Este fenómeno tiene su eco en la vida cotidiana. Cuando alguien debate sobre política, religión o ética, rara vez cambia de opinión solo por recibir un argumento sólido en contra. En cambio, tiende a reforzar su posición, buscando razones que validen lo que ya cree. La filosofía, en ese sentido, puede ser menos un ejercicio de descubrimiento y más un juego de justificación.

Coaching y Sesgo de Confirmación

En el ámbito del coaching y el desarrollo personal, ocurre algo similar. Muchas técnicas y marcos teóricos ofrecen herramientas para "pensar mejor", pero en realidad pueden estar fortaleciendo mecanismos de justificación interna. Un ejemplo claro es el Coaching TDA-H, que enfatiza la organización del pensamiento y la toma de decisiones estructurada para personas con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.

Si bien este enfoque puede ser útil para clarificar ideas y tomar decisiones más conscientes, también puede convertirse en un mecanismo que refuerce el sesgo de confirmación: la tendencia a interpretar la información de manera que confirme lo que ya creemos. Así, en lugar de cuestionarnos genuinamente, usamos la estructura del coaching para hacer que nuestras decisiones parezcan más racionales de lo que realmente son.

¿Pensar o Sentir?

Esto nos lleva a una cuestión aún más profunda: ¿es posible cambiar nuestros pensamientos solo con más pensamiento? En teoría, sí. Pero en la práctica, es difícil desmontar una idea solo con otra idea, porque seguimos atrapados en la misma estructura mental que generó la primera.

Los sistemas filosóficos, la lógica argumentativa y el coaching ofrecen marcos para reformular nuestras creencias, pero muchas veces el cambio real no sucede en el plano del intelecto, sino en el cuerpo y la percepción sensorial. En otras palabras, podemos intentar modificar nuestras creencias rumiando sobre ellas, o podemos experimentar algo distinto y permitir que el cuerpo, la emoción y la intuición abran una nueva vía.

Por eso, a veces es más efectivo salir de la mente por un momento y conectar con lo físico. Caminar, respirar, bailar, sumergirse en la naturaleza, sentir la textura del mundo más allá de los conceptos. No se trata de renunciar al pensamiento, sino de recordar que el pensamiento es solo una parte de nuestra experiencia. A veces, el cambio ocurre no cuando encontramos el argumento perfecto, sino cuando dejamos de argumentar por un momento y simplemente estamos.

20 de marzo de 2025


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