Coaching y TDAH: Por qué la culpa perpetúa el problema
El TDAH es un trastorno que afecta la atención, la impulsividad y la regulación emocional. Enfrentarlo implica comprender no solo sus síntomas, sino también los patrones emocionales y cognitivos que pueden agravar sus efectos en la vida diaria. Uno de estos patrones es la culpa, una emoción que, lejos de ayudar, tiende a reforzar los obstáculos que el propio TDAH impone.
La culpa como un ciclo paralizante
Las personas con TDAH suelen experimentar dificultades en la organización, la gestión del tiempo y el control de impulsos. Como resultado, pueden cometer errores frecuentes, olvidar compromisos o procrastinar tareas importantes. Estos desafíos generan frustración en el entorno y en la propia persona, lo que da lugar a una sensación de culpa recurrente.
El problema es que la culpa no suele traducirse en un cambio constructivo, sino que alimenta un ciclo de autopercepción negativa:
- Error o dificultad: La persona olvida una cita, no entrega un trabajo a tiempo o pierde la concentración en una conversación.
- Autorreproche: Se dice a sí misma que debería haberlo hecho mejor, que es incapaz o que siempre falla.
- Estrés y evitación: La ansiedad que genera el miedo a fallar de nuevo hace que evite ciertas situaciones o posponga tareas importantes.
- Repetición del patrón: Al evitar la tarea o enfrentarla con más ansiedad, el problema se repite, reforzando la culpa y la creencia de incompetencia.
Este circuito, que en psicología se conoce como un ciclo de refuerzo negativo, es particularmente dañino en el TDAH, ya que afecta la autoestima y la motivación para probar nuevas estrategias o buscar ayuda.
Coaching y la transformación de la culpa en aprendizaje
Desde el coaching, el enfoque para abordar el TDAH no se basa en corregir "errores", sino en desarrollar estrategias adaptativas que permitan gestionar las dificultades sin caer en la autocrítica paralizante. Para ello, es clave cambiar la perspectiva sobre la culpa y transformarla en aprendizaje.
- Dejar de ver los errores como fracasos: Un olvido o una distracción no significan que la persona sea incapaz, sino que necesita una estrategia diferente para manejar la situación.
- Fomentar la autoobservación sin juicio: Identificar qué situaciones generan más dificultades y qué emociones emergen permite encontrar soluciones sin caer en la culpa.
- Reforzar la acción en lugar del lamento: En lugar de enfocarse en el error, el coaching trabaja en identificar pasos concretos para mejorar la organización y la gestión del tiempo.
- Practicar la autocompasión: Comprender que el TDAH implica un funcionamiento cerebral distinto ayuda a evitar la comparación con quienes no lo tienen y a aceptar que la clave no es "esforzarse más", sino encontrar herramientas adecuadas.
Cuando la culpa deja de ser el centro de la experiencia y se sustituye por estrategias concretas de gestión emocional y organizativa, el círculo vicioso se rompe. Esto no solo mejora la productividad y la atención, sino que también fortalece la autoestima y la confianza en la propia capacidad para afrontar retos.
17 de marzo de 2025