1. TDA-H: El desafío de encontrar el enfoque adecuado
El TDA-H no es una condición homogénea, y cada persona experimenta sus síntomas de manera diferente. Mientras que algunas pueden tener dificultades para concentrarse o mantenerse organizadas, otras pueden ser impulsivas o tener dificultades para regular sus emociones. El coaching para TDA-H necesita ser altamente personalizado, pues lo que funciona para una persona puede no ser efectivo para otra. Por ejemplo, un individuo con TDA-H que experimenta hiperactividad podría beneficiarse de actividades que canalicen su energía de manera productiva, como el Slow Running, que le permite integrar el movimiento a su ritmo sin sobrecargar su sistema. Por otro lado, alguien con un TDA-H más impulsivo puede necesitar técnicas que lo ayuden a ralentizar su pensamiento y aprender a regular su impulso hacia la acción inmediata.
2. Metas y Fluir: Dos tipos de motivación
Las personas con TDA-H a menudo tienen diferentes formas de motivarse. Algunas se sienten atraídas por metas claras y definidas que les ofrecen un marco de referencia concreto, mientras que otras funcionan mejor cuando están inmersas en una actividad sin la presión constante de alcanzar un objetivo específico. Un ejemplo de esto es el caso de Luis, quien tiene TDA-H y se siente más motivado cuando se le establece una meta tangible como correr una distancia específica o completar un tiempo determinado. Sin embargo, para Andrea, que también tiene TDA-H, el solo hecho de disfrutar del proceso de correr, sin tener que pensar en un objetivo concreto, es lo que la mantiene comprometida. Aquí, el Slow Running puede ser una vía que permita a Andrea acceder al flujo, ya que no está atada a un cronómetro ni a un objetivo final, solo a la experiencia misma del movimiento.
3. La parálisis por metas: El efecto de la Habenula
La habenula, una estructura cerebral que regula las emociones relacionadas con la frustración y el dolor, puede verse especialmente activa en individuos con TDA-H cuando enfrentan metas estrictas. Por ejemplo, Marta, con TDA-H, se siente abrumada por las expectativas de tener que correr una distancia concreta en un tiempo determinado. Esto activa en ella la respuesta de frustración, que a menudo la lleva a un bloqueo mental, haciéndola sentir incapaz de seguir adelante. Este fenómeno ocurre porque el sistema nervioso interpreta la percepción de no alcanzar la meta como una amenaza, lo que resulta en una respuesta emocional que limita la capacidad de actuar. En cambio, al optar por el Slow Running, Marta no se ve presionada por el logro inmediato. La actividad se convierte en una oportunidad para regular su estado emocional y disfrutar del presente sin la angustia de la meta final.
4. El Movimiento Slow Running: Lentitud como herramienta de resiliencia
El Slow Running es un enfoque que contrasta con las formas convencionales de correr, donde la velocidad y los resultados inmediatos son el objetivo. En Slow Running, la clave está en la práctica lenta, en la conexión con el cuerpo y el disfrute del proceso. Por ejemplo, Juan, que tiene TDA-H, decide probar el Slow Running para poder centrarse en su respiración y la sensación de sus pies tocando el suelo. Al no haber un objetivo predefinido, su mente tiene espacio para calmarse y focalizarse en la experiencia, sin la presión de la carrera. Este enfoque no solo mejora su capacidad de concentración y regulación emocional, sino que también le ofrece un sentido de control sobre su cuerpo, lo que refuerza su resiliencia a largo plazo.
5. Compensando la lentitud con el tiempo invertido
La lentitud en las actividades no es sinónimo de ineficiencia, especialmente cuando se tiene en cuenta que el tiempo invertido es, en muchos casos, lo que permite el verdadero crecimiento. Sara, que tiene TDA-H, suele sentirse frustrada cuando no ve resultados inmediatos. Sin embargo, al empezar a practicar Slow Running, aprende que el tiempo invertido en una actividad lenta y contemplativa puede tener un impacto profundo en su bienestar. Aunque no corre rápido ni tiene un objetivo de distancia claro, se da cuenta de que el tiempo dedicado a cuidar de sí misma a través de la actividad física la hace más resiliente, mejorando su bienestar mental, emocional y físico a largo plazo. En este sentido, la lentitud no es un obstáculo, sino una forma de maximizar los beneficios que el ejercicio puede ofrecer.
6. El Coaching como puente entre la lentitud y la motivación
El coaching es esencial para guiar a las personas con TDA-H a encontrar su propio camino hacia la motivación. Un coach que trabaja con alguien como Pablo, quien tiene TDA-H, puede comenzar identificando si su cliente responde mejor a metas o a fluir. Si Pablo se siente abrumado por metas estrictas, el coach puede introducir el concepto de Slow Running, ayudándole a centrarse en la experiencia del momento presente. A través de sesiones de coaching, Pablo puede aprender a valorar la importancia del tiempo invertido en la actividad en lugar de centrarse únicamente en los resultados. En el proceso, el coach también puede enseñarle técnicas para manejar la frustración y la parálisis que las metas pueden generar, reforzando su motivación intrínseca y la capacidad de autorregulación.
Cada uno de estos puntos muestra cómo el Slow Running, combinado con un enfoque adecuado de coaching, puede ser una herramienta poderosa para aquellas personas con TDA-H, ayudándolas a encontrar un equilibrio entre la motivación basada en metas y la motivación basada en el fluir de la actividad, todo mientras manejan las dificultades inherentes a su condición.