miércoles, febrero 12, 2025

Valores, Filosofía Perenne y la Vida como un Juego de Tetris

Por el psicólogo Jorge Orrego Bravo

Desde tiempos remotos, la humanidad ha tratado de encontrar respuestas sobre su propósito y dirección en el mundo. Algunos han buscado en las historias colectivas, otros en la introspección individual, pero siempre con el anhelo de entender qué es lo que realmente importa. Aquí es donde los valores personales y la Filosofía Perenne se encuentran: mientras que los primeros nos guían en nuestras decisiones cotidianas, la segunda nos ofrece un marco universal que trasciende culturas y épocas.

Valores y la Filosofía Perenne: un punto de encuentro

Los valores personales son aquellos principios que determinan nuestra forma de actuar, nuestras relaciones y la manera en que nos desenvolvemos en el mundo. No son estáticos; evolucionan con el tiempo, influenciados por nuestras experiencias y aprendizajes. Sin embargo, existen valores que parecen repetirse en todas las culturas y tradiciones filosóficas, aquellos que la Filosofía Perenne ha identificado como verdades universales.

Desde el respeto en la tradición hindú, la virtud en el estoicismo griego, la compasión en el budismo, la justicia en la filosofía cristiana y la búsqueda del ser en el existencialismo moderno, los valores fundamentales parecen converger en una esencia común. Todos estos sistemas de pensamiento reconocen que el bienestar humano depende de la armonización de nuestros principios con nuestras acciones.

Pero, ¿cómo encaja esto con la complejidad del mundo moderno? ¿Cómo organizamos nuestras prioridades y valores en un entorno de constantes distracciones y cambios?

La vida como un juego de Tetris: encajando las piezas

El efecto Tetris, un fenómeno en el que el cerebro comienza a detectar patrones del juego en la vida cotidiana, nos da una metáfora perfecta sobre cómo organizamos nuestra existencia. Nuestra mente se moldea según aquello a lo que le damos atención constante: si nos obsesionamos con el dinero, veremos el mundo en términos de cifras y transacciones; si buscamos reconocimiento, cada interacción se convertirá en una evaluación de estatus.

De la misma manera, cuando alineamos nuestras acciones con nuestros valores personales, nuestra vida comienza a tomar forma de manera más coherente. Si cada decisión es una pieza de Tetris, ¿estamos encajándolas en un patrón que nos lleve al equilibrio, o simplemente estamos acumulando caos sin darnos cuenta?

La trampa de jugar el juego equivocado

Al igual que en un partido de fútbol donde la defensa se enfoca solo en evitar goles sin buscar la victoria, muchas personas diseñan su vida en función de objetivos inmediatos sin preguntarse si realmente están ganando el juego que importa. Nos obsesionamos con la productividad, la acumulación de riqueza o la validación externa, olvidando que la felicidad no surge de cumplir metas arbitrarias, sino de encontrar significado en lo que hacemos.

La locura, como bien decía Einstein, es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados distintos. Muchas veces jugamos el juego de la vida de forma que nos hace imposible alcanzar nuestro verdadero objetivo: la plenitud.

Psicología, neurodiversidad y la paradoja del control

En el ámbito de la psicología contemporánea, el concepto de mindset y el debate sobre la neurodiversidad han abierto nuevas preguntas sobre cómo nos adaptamos al mundo. El TDAH, por ejemplo, ha sido entendido tanto como un trastorno como una variación de la condición humana. Algunas corrientes defienden que no debería ser visto como una enfermedad, sino como una forma diferente de experimentar la realidad.

Pero aquí surge una paradoja: cuando intentamos encajar en un modelo que no se ajusta a nuestra forma de ser, terminamos luchando contra nuestra propia naturaleza. Es el caso de quienes creen que su problema es la lentitud mental, cuando en realidad pueden necesitar estímulos más rápidos para mantenerse enfocados. Como en el efecto Tetris, nuestra mente se acostumbra a ciertos patrones, y si estos no están alineados con nuestra verdadera naturaleza, la frustración es inevitable.

Reflexiones finales: despertar al "policía dormido"

El psiquiatra Gabor Maté utiliza una analogía interesante para explicar cómo funcionan los trastornos de atención: si un cruce de caminos está en caos, puede parecer que hay demasiada actividad, pero el verdadero problema es que falta alguien que regule el flujo. En otras palabras, la hiperactividad o la dispersión mental no son siempre el problema; el problema es que el sistema de control no está funcionando correctamente.

Lo mismo ocurre con nuestras vidas. Si sentimos que todo está fuera de control, puede que no sea porque hay demasiadas cosas pasando, sino porque no hemos definido claramente nuestras prioridades. Antes de llenar nuestras agendas con tareas, debemos preguntarnos: ¿estamos estructurando nuestras acciones en torno a lo que realmente importa?

Si la vida es como un tablero de Tetris, la clave no está en evitar que la pantalla se llene, sino en asegurarnos de que, al final, la figura que construimos tenga sentido.

📅 12 de febrero de 2025