La brújula de la vida: valores, decisiones y el orden mental
Por el psicólogo Jorge Orrego Bravo
En la vida, cada decisión que tomamos y cada rumbo que seguimos están guiados por nuestros valores. Son el motor silencioso que nos mueve, la estructura que da coherencia a nuestras acciones y la brújula que nos orienta en un mundo lleno de incertidumbre. Pero, ¿cómo sabemos si estamos alineados con nuestros valores o simplemente respondiendo a impulsos externos?
Evaluar nuestro camino: ¿quiénes nos inspiran y quiénes nos repelen?
Una manera de entender la influencia de nuestros valores es observar a las personas que nos rodean. ¿Hay alguien a quien admiramos? ¿Qué valores lo mueven? ¿Nos gustaría parecernos a él o ella? En contraste, ¿hay alguien cuya manera de vivir nos parece un ejemplo de lo que no queremos ser?
La autoevaluación también es clave. En una escala del 1 al 10, ¿qué tan alineados estamos con nuestros valores en este momento? Si sentimos que algo no encaja, ¿qué tres cosas podríamos hacer para mejorar? Detrás de cada acción de cambio, hay un valor que la respalda: si queremos ser más disciplinados, el valor es la constancia; si buscamos fortalecer nuestras relaciones, el valor es la lealtad o la empatía.
El cambio es posible, pero requiere estructura
Existe una creencia popular que dice que después de cierta edad ya no es posible cambiar. “Si un adolescente de 18 años ya no cambia, menos lo hará un jubilado”, se dice con frecuencia. Pero esta afirmación es solo parcialmente cierta. Puede ser difícil cambiar a los demás, pero siempre podemos cambiar nosotros mismos. Y ese es el verdadero poder del autoconocimiento: no esperar que el mundo se adapte a nosotros, sino transformarnos cuando sea necesario.
La clave para el cambio está en nuestra capacidad de adaptación. Si la situación es buena, debemos disfrutarla. Si es mala, intentamos cambiarla. Y si es intransformable, el cambio debe ocurrir dentro de nosotros.
El orden mental y la coherencia del corazón
Ordenar la mente es similar a ordenar una habitación: si hay desorden, no encontramos lo que necesitamos y todo se vuelve caótico. La teoría de la coherencia cardíaca sugiere que cuando nuestras emociones están en equilibrio, nuestra fisiología también se regula. Es como entrenar para una maratón: al principio, es imposible correr un kilómetro, pero con el tiempo y la disciplina, el cuerpo y la mente se adaptan.
La vida necesita estructura, un mapa que nos ayude a visualizar nuestro recorrido. Como proponía F.E. Cole, organizar nuestra vida implica ordenar nuestros roles, priorizar lo que realmente importa y evitar que pequeñas preocupaciones lo tiñan todo, como una gota de tinta en un vaso de agua.
Valores y filosofía perenne: las verdades universales
La historia de la humanidad ha visto surgir diferentes filosofías sobre el propósito de la vida. La Filosofía Perenne sugiere que, a pesar de las diferencias culturales, hay un conjunto de valores fundamentales compartidos por todas las civilizaciones.
Desde el Tao en la tradición china hasta la ley mística en el budismo, pasando por el Logos estoico y la visión cristiana del bien, la historia de los valores ha sido un intento de encontrar principios universales que guíen nuestras vidas. Giordano Bruno hablaba de los principios cósmicos, Kant del imperativo categórico, y Covey desarrolló su teoría de los valores en la Terapia de Aceptación y Compromiso.
Pero los valores no son solo principios abstractos. También pueden ser herramientas de control. La historia ha demostrado cómo pueden ser usados para manipular, generar fanatismo o esclavizar ideológicamente a las personas. Cuando los valores se convierten en dogmas inamovibles, pueden restringir más de lo que liberan.
Los valores como energía vital y la visión sistémica
Los valores son la energía que nos mueve, pero la teoría de sistemas nos advierte sobre un peligro: centrarnos demasiado en mejorar una parte de nuestra vida puede hacernos perder de vista el conjunto. Es posible ganar en un subsistema y perder el juego completo.
Robert Musil describió esta fragmentación de manera brillante: cada persona es un cúmulo de identidades y roles que a veces se contradicen. Somos profesionales, ciudadanos, amigos, padres, soñadores… y muchas veces sentimos que estas identidades nos descomponen en partes aisladas. Pero es precisamente en la síntesis de estas dimensiones donde encontramos nuestra verdadera coherencia.
Reflexión final: tomar el control del juego
Si la vida fuera un juego de Tetris, la clave no estaría en evitar que la pantalla se llene, sino en asegurarnos de que las piezas encajen en un patrón con sentido. Nuestros valores son las reglas invisibles que organizan el tablero. Si nos alineamos con ellos, el juego se vuelve más claro.
Antes de llenar nuestra agenda con pendientes y objetivos, deberíamos preguntarnos: ¿estoy organizando mi tiempo o mi vida? ¿Estoy jugando un juego en el que realmente quiero ganar? Porque, al final, no se trata solo de encajar en el mundo, sino de asegurarnos de que el mundo que construimos con nuestras decisiones es un reflejo fiel de lo que realmente somos.
📅 12 de febrero de 2025