miércoles, febrero 12, 2025

Narrativas, locura y propósito: encajando la vida como en un juego de Tetris

Por el psicólogo Jorge Orrego Bravo

Desde tiempos inmemoriales, las historias han sido el puente que conecta la experiencia humana con el aprendizaje. Ya sea a través de relatos mitológicos, testimonios de supervivencia o incluso la estructura de un videojuego, la forma en que narramos nuestra existencia moldea no solo nuestra percepción del mundo, sino también nuestra capacidad de actuar dentro de él.

En este contexto, la organización More Than Me nos ofrece un ejemplo claro del poder de las historias en la transformación social. Su enfoque en compartir las vidas de niñas vulnerables en Liberia les permite generar un impacto global: cada testimonio compartido no solo informa, sino que crea un vínculo emocional con quienes pueden ayudar. Y es que, cuando se trata de conectar con otros, las métricas frías no son suficientes; necesitamos relatos que den sentido a las cifras, que nos recuerden que detrás de cada número hay una persona con aspiraciones, miedos y esperanzas.

Esta misma necesidad de sentido se manifiesta en nuestras propias vidas. Antes de organizar nuestras agendas con compromisos y pendientes, deberíamos detenernos a reflexionar sobre la dirección en la que navegamos. Porque, al final, no estamos administrando solo tiempo, sino la estructura misma de nuestra existencia.

Jugar el juego correcto

El ser humano, como bien lo señalan filósofos y economistas, juega múltiples juegos a lo largo de su vida: el juego de la familia, el del éxito profesional, el del dinero, el de la amistad. Cada uno tiene sus propias reglas y estrategias, pero el problema surge cuando confundimos la meta del juego con el propósito último de nuestra vida.

Un equipo de fútbol que prioriza no recibir goles por encima de ganar el partido está condenado al fracaso. Lo mismo ocurre con quienes, en nombre del dinero o el poder, toman decisiones que los alejan de la verdadera felicidad. La locura, en este sentido, no es solo perder la razón, sino jugar un juego de manera que haga imposible ganar el juego superior.

Es aquí donde entra el efecto Tetris. Así como un jugador habitual de Tetris empieza a ver patrones geométricos en su vida cotidiana, nuestra mente se moldea según las estrategias que repetimos día tras día. Si jugamos obsesivamente al "juego del dinero", terminamos viendo el mundo a través de cifras y transacciones. Si jugamos al "juego del reconocimiento", cada interacción se convierte en una evaluación de estatus. Pero, ¿y si el juego que estamos jugando no es el que realmente queremos ganar?

Encontrando el equilibrio en medio del caos

En su obra Finding Flow, Mihaly Csikszentmihalyi nos recuerda que la felicidad surge cuando encontramos actividades que desafían nuestras habilidades justo en la medida adecuada, generando un estado de absorción total. Este estado de flow no se da cuando acumulamos riqueza o prestigio, sino cuando logramos encajar las piezas de nuestra vida de manera coherente con nuestros valores.

Antes de sumergirnos en una vorágine de tareas y compromisos, debemos preguntarnos: ¿Estoy jugando los juegos que realmente importan? ¿Estoy estructurando mi vida de manera que me acerque a la felicidad y no solo a la eficiencia?

La clave no está en evitar la complejidad, sino en organizarla con inteligencia. La vida, al igual que Tetris, nos lanza piezas de manera incesante, y somos nosotros quienes decidimos cómo encajarlas. Pero a diferencia del videojuego, aquí no basta con evitar que la pantalla se llene: el verdadero objetivo es que, al final, la figura que construimos tenga sentido.

📅 12 de febrero de 2025