Escribir y el efecto Tetris: cuando las palabras encajan solas
Por el psicólogo Jorge Orrego Bravo
Hay un punto en el que escribir deja de ser un esfuerzo consciente y se convierte en algo más: una especie de trance, un flujo en el que las ideas caen en su sitio como piezas de Tetris. Se trata del mismo fenómeno que experimenta un jugador tras horas de juego: un patrón repetitivo que se automatiza hasta el punto en que el cerebro empieza a ver las estructuras antes de que siquiera aparezcan en pantalla.
Lo mismo ocurre con la escritura. Al principio, cada palabra es una lucha, cada párrafo una pieza que no termina de encajar. Pero con el tiempo, el proceso se vuelve natural. No solo aparecen las palabras correctas con mayor rapidez, sino que la mente empieza a detectar conexiones invisibles, metáforas ocultas, estructuras narrativas que antes parecían inalcanzables.
Así como un jugador de Tetris ve bloques en su vida cotidiana, un escritor comienza a ver significado en los detalles más simples. Una conversación en la calle, una sombra proyectada en la pared, el sonido de la lluvia: todo se convierte en material literario. La escritura moldea la percepción del mundo, al igual que el Tetris moldea la percepción del espacio.
La obsesión que transforma
El efecto Tetris tiene un lado adictivo. Puede hacer que el jugador pierda horas en un ciclo sin fin de piezas que caen. En ese sentido, escribir también puede ser una obsesión. Pero a diferencia del Tetris, la escritura no se limita a encajar piezas en un sistema cerrado: crea algo nuevo. Cuanto más se escribe, más claro se vuelve el pensamiento, más fluidas son las ideas y más ricas las conexiones entre ellas.
La repetición genera automatización, y la automatización libera la mente para pensar de forma más profunda. Es aquí donde la escritura se convierte en una fuente de flow, ese estado descrito por Mihaly Csikszentmihalyi en el que la concentración es total y el tiempo parece desvanecerse.
Jonathan Haidt, en La hipótesis de la felicidad, sostiene que el compromiso con una actividad desafiante es una de las claves del bienestar. La escritura es precisamente eso: una escalera sin fin en la que cada escalón revela una nueva complejidad. No hay una línea de meta, solo un proceso en el que cada nuevo texto es mejor que el anterior.
Escribir como una forma de encajar el mundo
El mundo se construye a través de relatos. Desde un simple correo electrónico hasta una novela, todo lo que creamos con palabras tiene el poder de conectar, emocionar y transformar. Las historias que elegimos contar no solo organizan nuestra percepción del mundo, sino que también influyen en quienes nos rodean.
Al igual que un jugador de Tetris mejora su percepción del espacio con cada partida, un escritor mejora su percepción del lenguaje con cada página escrita. Pero la diferencia es que, mientras que el Tetris es un juego sin fin, la escritura deja algo tangible en el mundo.
Porque al final, Tetris es un reflejo del proceso creativo: piezas desordenadas que, con paciencia y práctica, terminan encajando en su lugar. Pero mientras que en el videojuego la pantalla siempre se vacía y el juego vuelve a empezar, las palabras permanecen. Y en ese sentido, escribir será siempre mejor.
📅 12 de febrero de 2025