Encuentra un lugar tranquilo y cómodo donde puedas sentarte sin distracciones.
Siéntate en una posición cómoda y relajada, ya sea en una
silla o en el suelo, asegurándote de que tu columna vertebral esté recta.
Cierra los ojos y toma algunas respiraciones profundas,
inhalando por la nariz y exhalando por la boca.
Luego, comienza a enfocar tu atención en la respiración,
sintiendo el aire entrar y salir de tu cuerpo.
A medida que respiras, comienza a darte cuenta de que no hay
separación entre el aire que inhalas y el aire que exhalas. El aire es uno y lo
mismo, aunque cambie de dirección al entrar y salir de tu cuerpo. Deja que esta
comprensión se filtre en tu mente y en tu corazón.
Ahora, amplía esta comprensión a otras áreas de tu vida.
Observa cómo tu mente a menudo separa las cosas en opuestos, como bueno/malo,
correcto/incorrecto, feliz/triste. Pero en la realidad, estos opuestos están
interconectados y son parte de la misma experiencia. Trata de percibir esta
interconexión y unión detrás de cada dualidad.
Finalmente, observa tus propios pensamientos y emociones,
reconociendo que no eres ni tus pensamientos ni tus emociones. Eres la
conciencia detrás de ellos, la fuente de su existencia. Y en esa conciencia, no
hay separación entre tú y el resto del universo. Todo está interconectado en
una unidad sin dualidad.
Continúa sentado en silencio y en paz durante unos minutos más, sintiendo esta sensación de unidad y no dualidad. Cuando estés listo para terminar la meditación, toma algunas respiraciones profundas y lentas antes de abrir los ojos y volver a tu día a día.