TDAH y Trauma
Conectarse con el cuerpo: comprensión del cerebro, el cuerpo y el trauma del TDAH
Aprender a ser consciente de las sensaciones corporales, eventualmente puede ayudar a reducir la intensidad de la hiperexcitación emocional.
La capacidad de sentirse seguro con los demás es fundamental para una vida significativa, pero esa comodidad básica puede ser esquiva.
El experto en trauma Bessel van der Kolk, MD, en su libro The Body Keeps the Score , explora el hecho de que el trauma deja una huella indeleble tanto en el cuerpo como en la mente.
Después de una experiencia traumática, el cerebro recalibra el sistema de alerta temprana del cuerpo en defensa propia.
Los sobrevivientes de traumas generalmente están hipervigilantes y constantemente escanean su entorno en busca de peligro.
Entonces, incluso cuando la mente bloquea o distorsiona los recuerdos angustiosos, el cuerpo recuerda la amenaza exactamente como la experimentó.
Cuando se desencadenan viejos miedos, el cuerpo cambia al modo de supervivencia.
Mientras que la mente consciente puede creer que puede negar o minimizar los recuerdos, “el cuerpo lleva la cuenta”.
Al enseñar a los niños con TDAH a controlar sus impulsos, muchos terapeutas usan técnicas como la respiración profunda, para ayudarlos a ser conscientes y controlar las sensaciones físicas asociadas con la impulsividad y la agresión. Sin embargo, a medida que las personas envejecen, el tratamiento suele volverse más intelectualizado, con menos atención a las sensaciones físicas.
Las investigaciones muestran que, en comparación con las personas sin TDAH, las personas con TDAH tienen más probabilidades de sufrir migrañas, problemas digestivos, dolor muscular e insomnio.
Las molestias somáticas a menudo quedan sin abordar.
El tratamiento para adultos con TDAH podría comenzar con aprender a ser conscientes de las sensaciones en sus cuerpos. Estas sensaciones surgen cuando un disparador convence al cuerpo de que nuevamente está bajo ataque. El cuerpo da la alarma y exige acción.
TDAH y Trauma
La investigación sugiere que, por muchas razones, las personas con TDAH tienen más probabilidades que otras de haber experimentado un trauma en algún momento de sus vidas, aunque es posible que no lo etiqueten como tal.
Por lo general, no es aparente que una queja física refleje una emoción subyacente.
Las personas con TDAH a menudo se desconectan de las molestias físicas al adormecerse con alimentos, drogas, sexo, conductas de riesgo o ser adictos al trabajo.
La terapia que toma en cuenta al cuerpo, ofrece un mayor control físico y emocional sobre las incómodas respuestas del cuerpo a la angustia.
5 mecanismos de afrontamiento
Estas son algunas de las intervenciones más comunes y fáciles de aprender de la terapia somática que pueden reducir la intensidad de la excitación emocional alta:
La “respiración abdominal” profunda consiste en inhalar lentamente por la nariz, permitiendo que el pecho y el abdomen se eleven.
Aguanta cada respiración durante cuatro segundos, luego suéltala por la boca durante cuatro segundos.
Al expandir completamente los pulmones, esta técnica contrarresta la respiración rápida y superficial que acompaña al pánico y calma la amígdala, el centro de procesamiento de emociones del cerebro.
La relajación muscular progresiva consiste en tensar secuencialmente los grupos musculares a medida que inhala y luego relajarlos al exhalar, comenzando en la parte superior del cuerpo y bajando hasta los dedos de los pies.
El proceso se puede mejorar con imágenes positivas, como recordar la imagen de un lugar feliz.
El yoga, la danza, caminar al aire libre, el tai chi y otros tipos de movimiento son excelentes formas de reducir la tensión acumulada en el cuerpo.
La meditación requiere práctica, especialmente para las personas con TDAH, pero las investigaciones identifican una reducción significativa del estrés después de ocho semanas de práctica.
Al igual que las demás técnicas, es una herramienta que permite mejorar el estado de ánimo, la ansiedad y la atención.
Para un alivio urgente a corto plazo, se ha demostrado que acariciar a un perro o gato aumenta la serotonina, la dopamina y la oxitocina, y reduce la presión arterial, la frecuencia cardíaca y el cortisol