Epílogo: La mente en movimiento
Durante siglos, mucho antes de la llegada del alfabeto y de los sistemas formales de escritura, el movimiento del cuerpo en el espacio era una forma fundamental de pensamiento y almacenamiento de información. Caminar, bailar, proyectar imágenes en el paisaje y realizar gestos rituales eran herramientas cognitivas que permitían organizar, combinar y transmitir conocimiento de manera creativa.
Los antiguos bailes y cantos no solo cumplían un papel ceremonial: eran laboratorios de aprendizaje y memoria, donde la inteligencia espacial y motora se entrelazaba con la cognición verbal, matemática y social. Cada secuencia, cada desplazamiento y cada gesto servían para mapear ideas, comprender patrones y transmitir saberes de generación en generación.
Hoy, al practicar el baile social de alto nivel, estamos reconectando con esta forma ancestral de conocimiento. La inteligencia espacial desarrollada al movernos con conciencia, al coordinar el cuerpo en relación con otros y al interpretar música y ritmo, prepara y fortalece los procesos cognitivos superiores, como el pensamiento lógico, la creatividad y la resolución de problemas.
El laboratorio integral que propone este libro no es solo una innovación contemporánea: es la continuidad de una práctica humana milenaria, donde la mente se desarrolla a través del movimiento, y el movimiento es, a su vez, el origen de la inteligencia y la transmisión del conocimiento.