jueves, septiembre 11, 2025


No repares el dos, cultiva el ocho: creatividad como camino para el TDAH

Resumen / introducción

Si tu hijo saca un tres en matemáticas y un ocho en dibujo, no le pongas un profesor de matemáticas: ponle uno de dibujo.
No es una frase poética, es una estrategia.

¿Por qué insistimos en reparar lo que falla, en vez de fortalecer lo que florece?

Esta pregunta se vuelve crucial cuando hablamos de TDAH. En vez de ver el diagnóstico como una lista de déficits, ¿y si lo miramos como un terreno fértil mal irrigado? ¿Y si lo que parece dispersión es simplemente una creatividad que no cabe en el molde?

En este artículo exploramos cómo El camino del artista, el famoso libro de Julia Cameron, puede convertirse en una brújula para quienes tienen mentes que saltan, brillan, se saturan… y crean. No como terapia correctiva, sino como práctica de reconexión con una forma distinta —y valiosa— de estar en el mundo.


1. Qué es El camino del artista y por qué puede ayudar a personas con TDAH

El camino del artista es un programa de 12 semanas creado por Julia Cameron, originalmente para artistas bloqueados, pero que ha terminado funcionando para toda persona que sienta que su creatividad está dormida, herida o dispersa.

La base de este método no es la productividad, sino la confianza.
No te enseña a hacer obras de arte: te enseña a volver a jugar.

Cameron sostiene que todos nacemos creativos, pero en algún punto —por miedo, crítica, trauma o rutina— dejamos de expresarnos. Y en lugar de reparar esa herida, aprendimos a taparla. Lo que propone no es un taller de técnicas, sino un camino de desbloqueo emocional y creativo.

Esto es clave para personas con TDAH, porque muchas veces lo que falla no es la capacidad, sino el permiso interior para crear sin juicio.
No es que no puedan concentrarse: es que se les enseñó que su forma de concentrarse era un error.


2. Las dos herramientas centrales del libro, adaptadas al TDAH

🔹 Las páginas matutinas

Son tres páginas escritas a mano cada mañana, sin filtro. No se editan, no se leen, no se comparten. Solo se escriben.

Su función:

  • Vaciar la mente

  • Escuchar el caos interior

  • Dar lugar a lo inesperado

Para personas con TDAH, estas páginas pueden ser una válvula de escape muy efectiva: ayudan a ordenar emociones, detectar patrones, y, sobre todo, soltar la sobrecarga mental acumulada.

Escribir sin propósito, sin juicio y sin estructura fija puede ser un respiro para quienes están constantemente evaluados por su rendimiento.


🔹 La cita con el artista

Una vez a la semana, te propones una cita en solitario. No para producir, sino para nutrirte.
Puede ser:

  • Ir al cine solo

  • Pasear sin rumbo por un barrio que no conoces

  • Visitar una tienda de juguetes

  • Observar pájaros en un parque

  • Meterte en una tienda de música y tocar un instrumento que no sabes tocar

El objetivo es alimentar tu “niño interior creativo”, como dice Cameron.

Para alguien con TDAH, acostumbrado a vivir en modo urgencia-productividad-culpa, esta cita es revolucionaria: hacer algo solo porque sí, sin justificación ni meta.


3. No corregir: desbloquear

La lógica clásica del TDAH es la de la corrección. Reforzar hábitos, usar listas, aprender técnicas de organización. Todo eso puede ayudar. Pero no basta.

El TDAH no es solo un desorden de atención. Es también un desorden de autoestima, de identidad, de cómo una persona se siente tratada por su propio sistema mental.

Por eso El camino del artista no propone control sino desbloqueo.
En vez de preguntar:

  • ¿Cómo me obligo a concentrarme?

Pregunta:

  • ¿Qué parte de mí no se siente segura para expresarse?

  • ¿Qué placer creativo he olvidado que me hacía sentir vivo?

  • ¿Qué estoy postergando por miedo a no ser suficiente?

Estas preguntas, lejos de ser retóricas, tienen efectos prácticos: ayudan a salir del bucle de autoboicot que muchas personas neurodivergentes conocen de sobra.


4. Ejercicio práctico: ritual creativo de 5 días

Aquí tienes una práctica sencilla de cinco días inspirada en El camino del artista, adaptada para quienes tienen una mente inquieta y creativa:

Día 1 – El permiso

Escribe durante 10 minutos sin parar comenzando con la frase:
“Me doy permiso para…”
Deja que surja lo que sea. No corrijas, no leas, no juzgues. Solo vacía.

Día 2 – La memoria olvidada

Piensa en una actividad creativa que te gustaba cuando eras niño: dibujar, cantar, construir con bloques, actuar…
Hazlo durante al menos 15 minutos, sin meta. Solo por placer.

Día 3 – Cita con lo absurdo

Haz una salida breve en solitario. Tu única consigna: que no sirva para nada útil.
Ejemplos: mirar escaparates raros, entrar a una tienda sin comprar nada, visitar un cementerio antiguo, caminar sin mapa.

Día 4 – Mapa del deseo

Dibuja (con garabatos si hace falta) un mapa de cosas que te gustaría hacer “si no tuvieras TDAH”.
Después, márcalas con colores:
🔵 Posibles esta semana
🟢 Posibles este mes
🟡 Imaginarias… por ahora

Día 5 – Una carta a tu genio interior

Escribe una carta como si fueras tu propio guía creativo.
Imagina que dentro de ti hay una voz sabia que no se ríe de tus ideas, no te exige resultados y no se impacienta con tus olvidos.
Pregúntale: ¿Qué necesito para volver a crear?
Y deja que te conteste.


Cierre: no todo se trata de reparar. A veces, se trata de florecer.

El sistema educativo, laboral y clínico suele estar obsesionado con “arreglar” lo que no encaja. Pero cuando hablamos de TDAH, muchas veces el problema no es la falta de capacidad, sino la falta de acompañamiento en el florecimiento.

El camino del artista nos recuerda que crear no es un lujo: es una forma de existir. Y que muchas personas neurodivergentes no necesitan que se les enseñe a concentrarse, sino que se les permita imaginar sin miedo.

Porque al final, como dice Cameron, la creatividad no se enseña: se desbloquea.


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