jueves, septiembre 11, 2025

El influencer como nuevo mago: poesía, relatos y TDAH en la era del algoritmo

Introducción

A finales del siglo XIX, en cafés y salones oscuros de París, los poetas simbolistas y los magos del espiritismo compartían un mismo horizonte: la palabra podía transformar la realidad. No era un simple adorno, sino un conjuro. Mallarmé veía la página como un altar, Rimbaud proclamaba al poeta como vidente, y Yeats, miembro de la Golden Dawn, trazaba poemas cargados de astrología y cábala.

En paralelo, sociedades ocultistas, sesiones mediúmnicas y prácticas de escritura automática daban cuerpo a la convicción de que el lenguaje era un acceso a lo invisible. El surrealismo radicalizó esta visión: Breton, Aragon, Desnos, practicaron la escritura automática como hechizo colectivo; los dadaístas, con sus poemas fonéticos, invocaban el poder del azar; Dalí y Carrington cruzaban pintura con tarot y alquimia. La palabra, el gesto, la máscara, eran magia en acción.

Hoy, esa misma línea de poder se prolonga, aunque bajo ropajes distintos. Lo que en el pasado era mística, hoy se llama ontología del lenguaje, terapia narrativa, storytelling de marketing. Lo que antes fue poeta maldito o performer surrealista, hoy es coach motivacional, youtuber o influencer. El hechizo no ha desaparecido: se ha vuelto monetizable.


1. De la poesía mágica al relato narrativo

La poesía simbolista y surrealista fue el laboratorio donde la palabra dejó de ser mera representación para convertirse en acción. No se trataba de describir la luna, sino de hacerla bajar al papel. La escritura automática, el cadáver exquisito, los collages de Tzara eran conjuros colectivos.

En nuestra época, esa misma lógica se actualiza:

  • Ontología del lenguaje (Echeverría): cada acto de habla es acción, crea mundos.

  • Terapia narrativa: cambiar la historia que contamos cambia nuestra experiencia vital.

  • Storytelling en marketing: los relatos dirigen deseos, decisiones y consumo.

Lo mágico se tradujo en pragmatismo: la misma raíz, con otro vocabulario.


2. Jodorowsky y el puente entre mundos

Alejandro Jodorowsky representa una bisagra: en su juventud cruza surrealismo, cábala, tarot, marionetas, disfraces, poesía performática. En Chile se enfrenta a la ironía corrosiva de Nicanor Parra; en México conoce a Pachita, la curandera que encarna el chamanismo vivo. Influido por Wittgenstein y por Artaud, convierte la palabra y el gesto en acto psicomágico: el símbolo cura si se encarna en acción.

Esa línea prolonga lo surrealista hacia una práctica contemporánea: el poema ya no está en la página, sino en el cuerpo, en el ritual, en la vida.


3. El influencer como nuevo mago

Hoy, el rol del poeta-mago ha mutado. El poeta cursi y arty del pasado es reemplazado por el influencer que conjura atención con sus relatos, su estética, su puesta en escena.

  • El poeta reunía a sus fieles en un café; el influencer convoca multitudes desde un aro de luz.

  • El surrealista buscaba trance colectivo en sesiones de hipnosis; el streamer lo produce en directo con miles de espectadores conectados.

  • El coach de marca convierte la palabra en acción pragmática: un relato que moviliza conductas, emociones, consumo.

El hechizo sigue, pero ahora es algorítmico: viralidad, métricas, CPMs. El mago ya no habla de lo sagrado, sino de “engagement”.


4. El TDAH en este escenario

¿Y qué tiene que ver todo esto con el TDAH en adultos? Mucho.

El adulto con TDAH vive intensamente en el mundo de la palabra mágica y la acción inmediata.

  • Le cuesta sostener proyectos lineales, pero brilla en la improvisación performática: como el poeta surrealista, su fuerza está en el instante.

  • Tiene facilidad para la asociación libre, el salto entre ideas, la conexión inesperada: la misma lógica que alimentaba la escritura automática.

  • Su atención fragmentada es sensible al hechizo narrativo: a un video viral, a una metáfora poderosa, a una imagen cargada de emoción.

Si en el siglo XIX el poeta era médium de lo invisible, en el XXI el adulto con TDAH puede ser médium de lo hipervisual, lo hiperconectado, lo algorítmico.

De allí una paradoja: lo que para la clínica es déficit, para el mercado es superpoder. La creatividad disruptiva, la atención que salta y se activa en la urgencia, la intensidad emocional, son exactamente los recursos que un influencer necesita para sostener su hechizo.


5. El precio y la oportunidad

Pero este rol de “mago moderno” también tiene un costo:

  • La misma sensibilidad que permite crear relatos virales expone al adulto con TDAH a la sobrecarga, la dispersión, el agotamiento.

  • El mercado convierte su talento narrativo en producto, pero no le enseña a cuidar su fisiología, su descanso, su cuerpo.

  • El riesgo es quedar atrapado en la lógica del algoritmo: la magia transformadora se reduce a métrica y monetización.

La oportunidad, en cambio, es recuperar la raíz poética y mágica: usar la narrativa no solo para vender o entretener, sino para curar, transformar, dar sentido. Tal como hacían los surrealistas, tal como buscaba Jodorowsky con la psicomagia, tal como intenta la terapia narrativa.


Conclusión

Desde los cafés simbolistas hasta los reels de Instagram, la misma intuición recorre nuestra cultura: la palabra no describe, actúa. Puede invocar, curar, vender, transformar. El poeta, el chamán, el coach, el influencer: todos son variaciones de un mismo rol antropológico, el mago del relato.

En ese escenario, el adulto con TDAH no es un espectador pasivo. Su modo de pensar asociativo, su hiperfoco intermitente, su creatividad impulsiva, lo sitúan en el corazón de esta economía narrativa. Pero el reto es doble: no dejar que su energía se diluya en el ruido, y recordar que el relato más importante que puede transformar no es el de los otros, sino el suyo propio.



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