🧠 Daimoku y TDAH: ¿puede un mantra japonés entrenar la atención?
El TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) se ha convertido en uno de los grandes temas de la psicología moderna. Su origen neurológico está claro: dificultades en el control de la atención, la impulsividad y la autorregulación emocional. El tratamiento suele combinar medicación, psicoterapia y estrategias conductuales. Pero… ¿podría un canto budista japonés aportar algo en este terreno?
Hablamos del daimoku, la recitación de Nam-myoho-renge-kyo, núcleo de la práctica del budismo de Nichiren y de la Soka Gakkai. Un mantra repetido millones de veces a lo largo de la vida de quienes lo practican.
1. ¿Qué es el daimoku?
La fórmula Nam-myoho-renge-kyo se traduce como “devoción a la Ley Mística del Sutra del Loto”. En la práctica cotidiana, se repite con ritmo firme y continuo, a menudo durante minutos u horas, frente a un objeto ritual llamado Gohonzon.
Más allá de la dimensión religiosa, la repetición rítmica lo acerca a técnicas de mindfulness sonoro o meditación con mantras. Quienes lo practican reportan calma, claridad y sensación de energía renovada.
2. Lo que dice la ciencia
La investigación específica sobre el daimoku es escasa, pero empieza a crecer:
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Actividad prefrontal: un estudio con espectroscopia infrarroja mostró que durante el daimoku la corteza prefrontal se activa moderadamente, y al finalizar se intensifica su actividad. Esta zona cerebral es clave en el TDAH: regula la atención, la planificación y el control de impulsos.
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Patrón respiratorio: el daimoku induce un ritmo de respiración peculiar (inhalaciones rápidas, exhalaciones largas), similar a ejercicios de coherencia cardíaca, conocidos por mejorar la regulación emocional.
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Efecto rítmico y auditivo: las frecuencias generadas durante la recitación coinciden con patrones vinculados al bienestar fisiológico en otros estudios.
Aunque son investigaciones preliminares y con muestras reducidas, apuntan en la dirección de que el daimoku no solo tiene un valor espiritual, sino también neurofisiológico.
3. Daimoku y TDAH: puntos de encuentro
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Entrenamiento de la atención sostenida: el simple hecho de mantener la repetición durante minutos constituye una práctica de foco, algo que a muchas personas con TDAH les resulta esquivo.
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Ritmo y motivación: el componente sonoro convierte la práctica en algo dinámico, menos abstracto que la meditación silenciosa, y por lo tanto más atractivo para quienes necesitan estímulos.
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Regulación emocional: el canto colectivo añade una dimensión social y motivadora, reduciendo ansiedad y sensación de soledad.
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Recompensa inmediata: muchos practicantes describen una sensación de “energía” o claridad al terminar, lo cual puede servir como refuerzo natural para repetir la práctica.
4. Precauciones y límites
No hay que confundir potencial con evidencia clínica. El daimoku:
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No sustituye tratamientos médicos ni psicológicos establecidos.
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La mayoría de los estudios son exploratorios y necesitan replicación con grupos grandes y protocolos rigurosos.
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Puede no ser cómodo ni significativo para quienes no se identifican con su trasfondo cultural o religioso.
5. Una herramienta complementaria
En la práctica clínica y educativa con TDAH, cualquier recurso que fortalezca la atención y la autorregulación merece atención. El daimoku podría sumarse a ese repertorio como ejercicio rítmico de concentración —más cercano a la música y la respiración consciente que a la oración religiosa.
Quizás ahí radique su potencial: un puente entre espiritualidad y neurociencia, donde una tradición milenaria ofrece un recurso inesperado para uno de los retos de salud mental más actuales.
✨ En resumen
El daimoku no es una cura milagrosa para el TDAH, pero sí un candidato prometedor como práctica complementaria. Su combinación de ritmo, repetición, respiración y foco prefrontal lo hace interesante tanto para investigadores como para personas que buscan nuevas maneras de entrenar la atención.