Juego Teatral" de Magaly Muguercia es una guía pedagógica que explora el teatro como una práctica performativa y comunicativa, enfatizando su naturaleza corporal, social y narrativa. A través de ejercicios prácticos, debates y análisis, el curso introduce conceptos clave:
- Definición de teatro: Se presenta como un acto vivo que combina actores, personajes, historias y un público en un espacio-tiempo compartido, diferenciándose del cine por su inmediatez y presencia física. Los estudiantes realizan un experimento teatral para descubrir estos elementos de forma práctica.
- Performance social: El teatro se contextualiza como parte de un espectro más amplio de "performances culturales" (e.g., funerales, carnavales, rituales religiosos), que involucran cuerpo, movimiento, estructura, espacio-tiempo definido y espectadores, pero con un énfasis estético en el teatro.
- El actor y sus paradojas: Se analiza la actuación como un equilibrio entre "representar" (mímesis) y "vivir" (encarnar) un personaje, destacando tensiones como el miedo escénico versus el placer de actuar, y la dualidad social de veneración/rechazo hacia los actores.
- Narrativa y cuerpo: El teatro transforma relatos en acciones corporales visibles, diferenciándose de narrativas literarias por su ejecución física en un presente compartido. El cuerpo actúa en dos planos: simbólico (representa la ficción) y desiderativo (energía real que moviliza).
- Puesta en escena: Es una "sinfonía" de sistemas escénicos (escenografía, luces, vestuario, actuación) que generan sentido, con el cuerpo del actor como conductor principal.
- Espectador y crítica: El espectador teatral oscila entre identificación (empatía con la ficción) y distanciamiento (conciencia del artificio), procesando lo real y lo simbólico simultáneamente. La crítica profesional requiere conocimiento, pero debe preservar la frescura perceptual para evitar juicios rígidos.
- El director: Figura central que coordina la visión artística, negocia tensiones de poder y enfrenta dilemas entre autoridad y colaboración, especialmente en contextos como la creación colectiva latinoamericana.
El curso fomenta la vivencia directa del teatro, integrando cuerpo, deseo y narrativa, y subraya su capacidad para generar sociabilidad y transformación a través de la interacción entre actores y espectadores.
Relación con el TDAH en adultos y el juego de roles
El TDAH en adultos se caracteriza por dificultades en la atención sostenida, impulsividad, hiperactividad (a menudo interna, como inquietud mental) y desafíos en la regulación emocional. Estas características pueden influir en cómo una persona con TDAH se desenvuelve en el teatro, entendido como un espacio de "juego de roles" donde se asumen identidades y se mueven energías corporales y narrativas.
- Teatro como juego performativo: El documento destaca el teatro como una práctica lúdica que canaliza deseos y tensiones a través de roles definidos. Para una persona con TDAH, este marco puede ser liberador, ya que el "juego" teatral proporciona estructura (pauta previa, espacio-tiempo definido) mientras permite la expresión de su energía excesiva. La hiperactividad puede traducirse en una actuación vibrante, y la impulsividad en una espontaneidad escénica valiosa, siempre que se canalice dentro de la narrativa.
- Desafíos del TDAH en el teatro: La dificultad para mantener la atención prolongada puede complicar el seguimiento de una dramaturgia compleja o la memorización de textos largos. Sin embargo, el teatro, al ser un "evento corporal" que prioriza el movimiento y la presencia, puede alinearse con la necesidad de estímulos multisensoriales de las personas con TDAH. El miedo escénico, mencionado como una paradoja actoral, podría amplificarse por la disregulación emocional, pero también transformarse en una fuente de "energía deseante" que enriquezca la actuación.
- Cuerpo-símbolo y cuerpo-deseo: El documento distingue entre el cuerpo simbólico (que representa la ficción) y el cuerpo-deseo (energía real). Para alguien con TDAH, el cuerpo-deseo puede manifestarse con intensidad, reflejando su inquietud interna, pero el desafío radica en integrarlo al cuerpo simbólico para que sirva al relato sin desbordarse. Ejercicios como los propuestos (e.g., tomarse un vaso de agua de forma teatral) pueden ayudar a entrenar esta regulación, permitiendo que la energía excesiva se module en gestos significativos.
- Sociabilidad y roles: El teatro, como "sociabilidad real", fomenta la interacción grupal, lo que puede ser terapéutico para adultos con TDAH, quienes a menudo enfrentan dificultades en relaciones sociales debido a impulsividad o distracción. Asumir roles teatrales permite practicar habilidades sociales en un entorno seguro, explorando identidades sin juicio, lo que refuerza la autoestima y la autorregulación.
Reflexión: Una persona con TDAH interpretando a un budista en quietud
Imagina a una persona con TDAH que debe actuar como un monje budista, permaneciendo dos horas inmóvil en escena, en un estado de meditación aparente. Este escenario plantea un desafío monumental, ya que la quietud prolongada contrasta con la inquietud física y mental característica del TDAH. La hiperactividad interna podría manifestarse como pensamientos acelerados o impulsos de moverse, mientras que la dificultad atencional dificultaría mantener la concentración en un estado de calma ficticia.
Sin embargo, el teatro ofrece herramientas para transformar este desafío en una oportunidad. La preparación actoral, siguiendo el curso, implicaría trabajar el "cuerpo-deseo" (la energía inquieta) para integrarlo al "cuerpo-símbolo" (la representación del monje). Técnicas como la conciencia corporal, la respiración controlada y la visualización, comunes en el entrenamiento actoral, podrían ayudar a canalizar la inquietud en una presencia escénica poderosa, aunque estática. El actor con TDAH podría usar su sensibilidad emocional intensa para "vivir" la calma budista desde un lugar interno, no como represión, sino como un acto de contención consciente que comunica profundidad.
Paradójicamente, la lucha interna por mantenerse quieto podría enriquecer la actuación, transmitiendo una tensión sutil que el público percibiría como autenticidad. El miedo escénico, amplificado por el TDAH, podría convertirse en una fuente de conexión con el personaje, reflejando la disciplina budista como un esfuerzo activo, no pasivo. El teatro, como espacio de "exceso energético", permitiría a esta persona transformar su inquietud en un acto de creación, demostrando que incluso en la quietud, el cuerpo-deseo sigue vivo, dialogando con el relato y el espectador.
En última instancia, este escenario refleja la esencia del teatro según Muguercia: un encuentro entre deseo y estructura, donde la singularidad de cada individuo—con o sin TDAH—se convierte en arte al movilizarse en un juego de roles que trasciende las limitaciones personales, creando sociabilidad y sentido.