Terapia y Coaching para el TDAH: Un Diálogo Necesario
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un campo donde convergen distintas disciplinas, desde la neurociencia hasta la psicología y el coaching. Sin embargo, en muchas ocasiones, estas disciplinas no dialogan entre sí o lo hacen de manera poco constructiva. Como ocurre con los debates políticos, cada enfoque parece más interesado en desacreditar al otro que en escuchar lo que realmente tiene que aportar. Esto genera una fragmentación en la atención a las personas con TDAH, en lugar de una sinergia que permita un abordaje más eficaz.
La Fricción entre Enfoques
El coaching para el TDAH ha ganado popularidad en los últimos años, ofreciendo herramientas prácticas para la organización del tiempo, la gestión emocional y la planificación de tareas. Sin embargo, desde algunos sectores de la psicología y la psiquiatría, se le critica por la falta de un marco clínico sólido y por el riesgo de trivializar el trastorno al reducirlo a cuestiones de autodisciplina. Por otro lado, algunos defensores del coaching consideran que la psicología tradicional pone demasiado énfasis en el diagnóstico y la medicación, dejando de lado estrategias más pragmáticas y centradas en el día a día.
Cuando estas posturas se encierran en sus propios discursos, se pierde la oportunidad de construir un enfoque más amplio e integrador. El TDAH no es solo una cuestión de neurotransmisores, ni tampoco solo un problema de hábitos. Es un fenómeno complejo que involucra tanto la biología como el comportamiento, la sociedad y la identidad personal.
Hacia un Diálogo Fructífero
Para que la conversación entre distintas disciplinas sea realmente útil, es necesario abandonar la lógica de la confrontación y sustituirla por una búsqueda de complementariedad. La neurociencia aporta conocimientos sobre las bases biológicas del TDAH, mientras que la psicología puede proporcionar estrategias terapéuticas basadas en la evidencia. A su vez, el coaching puede ayudar a trasladar esas estrategias al terreno práctico, convirtiéndolas en herramientas funcionales para el día a día.
En lugar de preguntarnos qué enfoque es el mejor, quizá la pregunta correcta sea cómo podemos hacer que todos hablen un mismo idioma sin perder sus matices. Solo entonces podremos ofrecer una respuesta verdaderamente útil a quienes viven con TDAH.