El fracaso épico es un maestro que pocos buscan, pero del que nadie sale sin aprendizaje.
En el mundo del coaching y el desarrollo humano (TDH), se habla mucho del éxito, la superación y el crecimiento, pero rara vez se pone el foco en la importancia de un colapso total, de ese momento en el que todo lo que creías saber se desmorona.
Sin una caída significativa, muchas personas nunca llegan a cuestionarse sus verdaderos límites, su identidad o sus motivaciones más profundas. Un fracaso descomunal obliga a reconstruirse desde los cimientos, dejando atrás ilusiones, soberbia o falsas seguridades. Es en ese abismo donde se encuentran las preguntas que realmente importan.
Lo interesante del fracaso épico no es solo lo que destruye, sino lo que deja en su lugar: una comprensión más clara de uno mismo, una resiliencia genuina y una nueva relación con la incertidumbre. Porque al final, quienes han caído sin red y han logrado ponerse de pie no solo saben más, sino que saben mejor.