lunes, marzo 24, 2025

Coaching TDA-H: La analogía entre el lavado de cerebro y la inclusión de neurodiversos en el aula clásica

El coaching en el contexto del TDA-H (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) ha cobrado relevancia debido a la necesidad de abordar las complejidades que enfrentan las personas neurodiversas, especialmente en entornos estructurados como el aula clásica. Esta necesidad de inclusión, sin embargo, se enfrenta a un desafío constante: hacer encajar a un individuo con un neurotipo distinto en un molde diseñado para una mayoría homogénea.

En este proceso, se puede trazar una analogía inquietante pero reveladora entre la forma en que ciertos métodos de lavado de cerebro buscan quebrar y remodelar la identidad de una persona y cómo el sistema educativo clásico intenta modificar el comportamiento de un estudiante neurodiverso. Esta analogía no pretende ser exagerada, sino que invita a reflexionar sobre los mecanismos sutiles de presión y conformidad a los que son sometidos los estudiantes con TDA-H al ser forzados a adaptarse a un modelo pedagógico rígido.

La estructura del lavado de cerebro: Quiebre y adaptación

El lavado de cerebro, en su forma más extrema, busca desmantelar la identidad de una persona y reemplazarla por una nueva, controlada y alineada con los intereses del manipulador. Este proceso no solo implica una repetición de ideas, sino que se apoya en la despersonalización, la sobrecarga de estímulos y la supresión de la autonomía. La víctima es conducida hacia la dependencia de un sistema, hasta que su propio pensamiento se ve condicionado por la estructura que le es impuesta.

En muchos casos, los métodos de lavado de cerebro se centran en crear disonancia cognitiva, es decir, en generar un conflicto interno entre lo que la persona sabe o cree, y lo que se le quiere imponer. Esta disonancia desestabiliza, en un primer momento, su sentido de sí mismo y, a largo plazo, puede erosionar su capacidad de pensar de manera independiente.

La inclusión en el aula: Adaptación forzosa y el quiebre del neurodiverso

La analogía con el aula tradicional surge cuando se observa cómo se aborda a un estudiante con TDA-H dentro de un entorno educativo que no está diseñado para su neurodiversidad. El sistema educativo clásico tiende a estar basado en una estructura uniforme, que prioriza la atención sostenida, el comportamiento controlado y la capacidad para adaptarse a tareas de largo plazo, características que no siempre coinciden con las necesidades y capacidades de los estudiantes neurodiversos.

Al intentar "encajar" a estos estudiantes en este sistema, muchas veces se les somete a un proceso de adaptación forzosa que les exige una constante lucha contra su propia naturaleza cognitiva. Los métodos utilizados pueden ser igualmente despersonalizadores: desde la sobrecarga de tareas hasta las intervenciones punitivas por distracción o desorganización. En algunos casos, se busca modificar el comportamiento de los estudiantes sin tener en cuenta sus necesidades emocionales o neurocognitivas, lo que puede llevar a una desconexión con su propio sentido de identidad, en un proceso que recuerda al quiebre de la autonomía visto en el lavado de cerebro.

La disonancia y la internalización del fracaso

Una de las formas en que se puede establecer una analogía directa entre el lavado de cerebro y el trato de los estudiantes neurodiversos en el aula es a través de la disonancia cognitiva. Cuando un niño con TDA-H es repetidamente castigado o corregido por comportamientos que son inherentes a su neurotipo, se genera una lucha interna. El niño se ve obligado a rechazar su propia naturaleza para intentar adaptarse a un sistema que no está diseñado para comprenderlo, lo que resulta en una sensación de fracaso constante. Esta disonancia, a lo largo del tiempo, puede llevar a la internalización de la idea de que algo está “mal” con él o ella, lo que no solo afecta la autoestima, sino que también limita su capacidad para explorar y desarrollar sus habilidades naturales.

Un enfoque liberador: De la inclusión a la comprensión

El desafío, entonces, radica en transformar este proceso. Para evitar que el aula se convierta en un lugar de quiebre y resignación, es esencial reconfigurar las metodologías educativas hacia una verdadera inclusión, que no solo se base en la adaptación externa, sino también en la comprensión profunda de la neurodiversidad. Esto implica reconocer que los estudiantes con TDA-H tienen una forma única de procesar el mundo, y que sus diferencias no son defectos que deben ser corregidos, sino aspectos de su identidad que merecen ser entendidos y respetados.

El coaching dirigido a estas personas debe centrarse en empoderar, en lugar de modificar. Al trabajar con estrategias que potencien sus fortalezas cognitivas y emocionales, se puede fomentar un ambiente en el que el estudiante no se sienta como un ser quebrado que necesita ser remodelado, sino como un individuo que tiene un valor intrínseco que trasciende las limitaciones de un sistema educativo clásico.

La diferencia clave: Aceptación en lugar de conformidad

En lugar de intentar "lavar" la mente del estudiante, el proceso educativo debe ser uno de aceptación y adaptación mutua, donde tanto el alumno como el sistema educativo aprendan a coexistir de manera armónica. El objetivo no es hacer encajar al estudiante dentro de un molde preestablecido, sino crear un espacio en el que pueda prosperar según sus propias capacidades y necesidades.

Al final, la analogía entre el lavado de cerebro y la inclusión educativa en el aula tradicional subraya la importancia de no tratar a las personas neurodiversas como sujetos a moldear, sino como individuos completos que merecen un enfoque educativo que respete su identidad y sus diferencias.

Fecha: 18 de marzo de 2025


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