Stanley Rosenberg, Accediendo al Poder Sanador del Nervio Vago: Ejercicios de Autoterapia para la Ansiedad, Depresión, Trauma y Autismo.
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste estresado? Tal vez fue la semana pasada, o el mes pasado. Quizás fue hoy. O tal vez, como muchos de nosotros, te sientes tan ansioso con frecuencia que no recuerdas la última vez que no estuviste preocupado por el pasado, el presente o el futuro. El terapeuta profesional de cuerpo Stanley Rosenberg lo comprende. A lo largo de los años, ha atendido a cientos de pacientes en su clínica en Copenhague que están atrapados en un estado de estrés.
Él también conoce bien los síntomas de estas personas: insomnio, depresión, ansiedad, aumento o pérdida de peso, falta de interés en socializar e incluso el rechinar de dientes. La buena noticia es que Rosenberg ha rastreado todos estos síntomas hasta una sola fuente: el nervio vago. Y aún mejor, ha ideado una forma de tratarlos en casa.
Probablemente recuerdas la última vez que te sentiste estresado, pero ¿cuándo fue la última vez que te sentiste relajado? Tal vez compartías una bebida y una comida con un amigo. Quizás caminabas por un largo rato con tu pareja o familia. Tu cuerpo y mente probablemente se sentían tranquilos y a salvo de cualquier amenaza.
Esto es lo que Stanley Rosenberg llama un estado de compromiso social. En este estado, nuestras mentes y cuerpos descansan y se recuperan. También disfrutamos de la intimidad y fomentamos conexiones emocionales con familiares y amigos. Pero, ¿cómo accedemos a este estado? Depende de un componente crucial de nuestro sistema nervioso: los nervios craneales. Contamos con 12 nervios craneales que, a través de pequeñas aberturas en el cráneo, conectan el cerebro con nuestros órganos y músculos.
El nervio vago es el más largo de estos nervios. El mensaje clave aquí es que un buen funcionamiento de los nervios craneales es crucial para un compromiso social saludable. Pero antes de hablar más sobre el nervio vago, hagamos una pequeña pausa para observar un panorama general.
El objetivo de nuestro sistema nervioso es increíblemente simple: mantener nuestro cuerpo físico vivo. Cada uno de los 12 nervios craneales tiene una función diferente en apoyo de este objetivo. Muchos de estos nervios están relacionados con ayudarnos a encontrar, consumir y digerir alimentos. El noveno nervio craneal, conocido como CN9, es uno de ellos y facilita el gusto y la deglución. Pero nuestra capacidad para sobrevivir no solo depende de los requisitos físicos de la vida, como la comida y el agua. También necesitamos una vida emocional saludable, y eso lo conseguimos mediante el compromiso social. Este compromiso depende de cinco nervios craneales cruciales. Si estos no funcionan adecuadamente, pueden dificultar nuestras relaciones sociales y, como resultado, poner en peligro nuestro éxito evolutivo.
Para ilustrar este punto, veamos el sistema nervioso simpático espinal. Este sistema es un conjunto de nervios craneales y espinales que, al activarse, desencadenan nuestra respuesta de lucha o huida. Si un león está a punto de atacar, probablemente agradeceremos que este sistema se active para poder correr o prepararnos para el impacto. Sin embargo, si esta respuesta se activa debido a un día estresante en el trabajo, puede hacernos sentir inquietos o agresivos, lo que dificulta la interacción social. Estos son solo algunos ejemplos de cómo los nervios craneales gobiernan nuestra vida. En el siguiente capítulo, exploraremos más sobre sus propósitos evolutivos.
El nervio vago y los cinco estados del sistema nervioso
No todos los nervios craneales son iguales, especialmente en lo que respecta al compromiso social. Hay un nervio craneal que destaca por encima de los demás: el nervio vago. Este nervio viaja desde el tronco cerebral hasta el pecho y el abdomen. No es de extrañar que el nervio haya recibido su nombre del latín vagus, que significa "errante". En el pasado, pensábamos que solo había dos estados para el sistema nervioso: estrés o relajación. Esto se basaba en la idea de que el nervio vago era una entidad única. Pero una teoría de un psiquiatra cambió todo eso: la teoría polivagal de Stephen Porges.
Según esta teoría, el nervio vago no es un solo nervio, sino que tiene dos ramas: la dorsal (posterior) y la ventral (anterior). Porges argumenta que no solo existen dos estados para el sistema nervioso, sino cinco. Los primeros dos de estos estados ya los conocimos: el estado relajado de compromiso social y la respuesta de lucha o huida. El tercer estado se llama inmovilización con miedo, que ocurre cuando, al percibir un peligro extremo, nos congelamos para conservar recursos. En este estado, se activa el nervio vago dorsal, lo que provoca una disminución de la presión sanguínea y una relajación muscular.
El cuarto estado ocurre cuando ambas ramas del nervio vago están activas, lo que se conoce como inmovilización sin miedo. Este estado fomenta la sensación de seguridad y la intimidad, y facilita actividades como abrazos. El quinto y último estado es la movilización sin miedo, que ocurre cuando la respuesta de lucha o huida se combina con la activación del nervio vago ventral, generando una sensación de competencia amistosa.
Activando el nervio vago ventral
Cuando nuestro sistema nervioso queda atrapado en un estado de miedo, puede ser debilitante tanto física como emocionalmente. Algunas personas tienen un nervio vago dorsal sobreactivo, lo que provoca una respuesta de inmovilización ante amenazas inexistentes. Si esto ocurre repetidamente, puede resultar en sensación de debilidad, cansancio y agotamiento. De manera similar, una respuesta de lucha o huida activa puede aumentar la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que resulta en agotamiento si persiste por períodos largos.
Según Stanley Rosenberg, la solución está en activar el nervio vago ventral. Esta activación puede mejorar el bienestar general. A través de su práctica como terapeuta corporal, Rosenberg desarrolló una sencilla rutina de dos minutos que activa el nervio vago ventral y ayuda a regular el sistema nervioso. La clave es activar este nervio para restaurar un estado de relajación y bienestar.
El ejercicio BASIC
Uno de los métodos más efectivos que Rosenberg desarrolló es el ejercicio BASIC, un ejercicio simple pero efectivo para activar el nervio vago ventral. Este ejercicio, que puedes hacer en casa, aumenta la movilidad del cuello y la columna, mejora el flujo sanguíneo hacia el tronco encefálico y facilita el relajamiento. Aunque es sencillo, se ha demostrado que tiene un impacto significativo en la salud física y emocional de las personas.
Beneficios para trastornos psicológicos y físicos
El impacto de la activación del nervio vago no solo se limita a la salud física. Rosenberg ha encontrado que esta activación también beneficia a personas con trastornos psicológicos, como el autismo. Al activar el nervio vago ventral, se puede mejorar la regulación emocional y aliviar síntomas de ansiedad, depresión y otros trastornos psicológicos.
En resumen, el poder del nervio vago va más allá de lo que podríamos imaginar. A través de técnicas sencillas como el ejercicio BASIC, podemos acceder a un estado de bienestar y equilibrio que favorece tanto nuestra salud física como emocional.