Frecuencia de comunicación: Establecer un hábito de comunicarte al menos cada semana o dos con alguien para discutir tu progreso.
Interlocutores potenciales: Puede tratarse de un profesor, tutor, grupo de estudio o un amigo.
Salvavidas académicos: Estas sesiones actúan como una fecha límite suave, motivándote a estar al día con el material y prepararte adecuadamente.
Motivación de vergüenza pública: La idea de no querer aparecer desinformado puede actuar como un fuerte incentivo para estudiar.
Atacar la procrastinación: Si te cuesta comenzar tareas, haz que alguien te lea las instrucciones y te ayude a comenzar.
Resolver dudas pequeñas: Al comenzar una tarea con alguien más, puedes clarificar dudas que de otro modo podrían abrumarte.
Interacción con profesores: Se sugiere reunirse con el profesor al menos una vez al mes. Esto te pone en el radar del profesor y muestra tu compromiso con el curso.
Beneficios de conectarse con el profesor: Esto puede traducirse en referencias positivas, oportunidades de trabajo, y posiblemente mejores calificaciones.
Establecer grupos de estudio: Una herramienta poderosa para el éxito académico. Durante las primeras semanas de clase, propón un grupo de estudio y comparte detalles en el aula.
Compromiso con el grupo: La puntualidad y consistencia son clave. Si estableces un grupo, asegúrate de estar presente.
Beneficios adicionales de grupos de estudio: Además de ayudar académicamente, los grupos de estudio pueden ser una excelente manera de hacer nuevas conexiones y amigos.
Tarea propuesta: Establece un grupo de estudio o programa sesiones de tutoría con tus profesores. Anótalo en tu calendario y asegúrate de asistir.
Palabras de aliento: Es un reto, pero con compromiso y estrategia, se puede lograr el éxito académico.