lunes, marzo 16, 2015

Este es el grupo de población que más tiempo invierte en estudiar y que menos recompensa obtiene.

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fuente: http://www.finanzas.com/xl-semanal/magazine/20150301/alumnos-tdah-como-encajarlos-8172.html

Alumnos con TDAH. ¿Cómo encajarlos en el sistema?

Daniel Méndez - XL Semanal

Son carne de cañón para el fracaso escolar. Y no son pocos: según las estadísticas, en cada clase con 30 alumnos, dos padecen TDAH. La nueva ley de educación recoge y reconoce por primera vez sus necesidades educativas especiales. Todo un reto para nuestro maltrecho sistema educativo. Y una gran oportunidad. Hablamos con chavales diagnosticados, padres, profesores y especialistas para buscar soluciones.

Mi cabeza es como si tuviera mil pies".Con esta frase describió cómo se sentía, hace ya mucho tiempo, un pequeño de apenas siete años a su psicopedagoga. Tras el correspondiente análisis, el diagnóstico de la doctora Isabel Orjales Villar fue claro: tenía un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). 

Aquel pequeño se llamaba y se llama José Antonio Madrid y tiene en la actualidad 23 años. ''Efectivamente, parecía que mi cabeza tuviera mil pies. ¡Era un terremoto!'', afirma hoy. «Ahora está en su sitio. Eso sí, mi esfuerzo me ha costado... y me sigue costando. Cuando tienes TDAH, nunca puedes bajar la guardia». José Antonio está orgulloso. Estudia tercer curso de Magisterio Infantil y quiere especializarse en Educación Especial. Las estadísticas contribuyen a explicar su satisfacción: este trastorno neurológico es el responsable de un 20 o un 25 por ciento de los casos de fracaso escolar en España.

Entre aquella lejana visita a la psicopedagoga y la actualidad, José Antonio ha atravesado toda una vida escolar en la que ha vivido situaciones de todo tipo. Desde profesores que no sabían de qué les estaban hablando cuando mencionaban estas siglas hasta otros los menos, dice él que han estado dispuestos a hacer un esfuerzo extra por llevar su aprendizaje a buen término. 

Todavía hoy mienta a estos 'ángeles' con nombres y apellidos. Y también rememora otros momentos duros. Con compañeros que lo miraban raro o lo criticaban si sentían que el profesor que se implicaba más de lo habitual le estaba dando un trato de favor. ''Hoy, me los encuentro en la universidad y nos saludamos tranquilamente. Eso son cosas de críos''. 

Con una tasa de incidencia que ronda el 5 por ciento (algunos estudios lo elevan hasta el 10 o incluso el 20 por ciento), en cada clase de 30 estudiantes nos encontraríamos con uno o dos casos de media. No se trata pues de un problema menor... Aunque sí muy desconocido todavía. Un paso adelante se ha producido con la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), más conocida como ley Wert. Su aplicación progresiva empezó el pasado mes de septiembre, con algunos cursos de primaria. En junio se podrán ver sus primeros resultados.

''Este reconocimiento legal de las necesidades educativas especiales de los menores con TDAH ha sido una de las reivindicaciones de nuestra federación'', explica Fulgencio Madrid, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (Feaadah) y padre de José Antonio Madrid. ''Pero el desarrollo de esta ley sigue correspondiendo a cada comunidad autónoma, y aquí todavía seguimos viendo muchas diferencias entre regiones''. 

En algunos casos, como en Murcia o Navarra, sostiene, se están haciendo las cosas bien, pero falta mucho camino por recorrer. Fulgencio echa de menos unos protocolos claros que conecten a los familiares con el sistema de salud y el sistema educativo. Y echa de menos mayor flexibilidad: 

''La ley dice que los chavales deben tener unos conocimientos para obtener su título. Pero ¿qué importa que lo manifiesten de un modo u otro? Si a un chaval le cuesta más escribir a mano, ¿por qué no dejarle hacer un examen con ordenador? O si vemos que por escrito no demuestra todos los conocimientos que realmente ha adquirido con mucho más esfuerzo que sus compañeros, ¿por qué no permitirle que haga una prueba oral?''.

Antonio Nieva Martínez es orientador educativo del colegio Sagrado Corazón de Chamartín (Madrid), un centro concertado que se distingue por ofrecer una educación inclusiva para alumnos con necesidades especiales. ''Nosotros tenemos una serie de pautas estipuladas, refrendadas por los especialistas, que aplican los profesores y los tutores a los alumnos''. 

Por ejemplo: además de proporcionarles más tiempo en los exámenes, es importante presentarles el texto de las preguntas de una manera visualmente estructurada para ayudarlos en la lectura y la comprensión. ''Además, a última hora del día, el tutor o profesor hace un seguimiento para ver si ha anotado las tareas del día y si lleva todo lo necesario para hacer los ejercicios en casa... En ocasiones, les asignamos un compañero que los ayuda en estas tareas de acompañamiento''. 

Sobre la ley Wert, concluye: ''Es muy útil porque sabemos que hay que aplicar a estos alumnos unas medidas de adaptación que son obligatorias. Pero al mismo tiempo pone toda la responsabilidad en el profesor y en el tutor. Hay una imposición por ley para atenderlos, y eso es positivo; pero al mismo tiempo no se dan los medios necesarios. Faltan recursos''.

Falta de atención, dificultad para seguir las instrucciones hasta el final o para organizarse, distracción y facilidad para perder las cosas u olvidar las tareas diarias. Dificultad para permanecer sentado y para estar quieto mueve o retuerce las manos o los pies, corre, habla en exceso y responde antes de que se haya terminado de formular la pregunta, interrumpe... 

Con estas palabras define los posibles síntomas del TDAH el Manual estadístico y de diagnóstico de los trastornos mentales (abreviado como DSM-5, porque va por su quinta edición, es algo así como la biblia para los profesionales de la salud mental), que reconoce tres tipos distintos de TDAH: el tipo predominantemente inatento, el tipo predominantemente inactivo impulsivo y el combinado.

"Hay tres características muy singulares resume la doctora Carmen Moreno, que trabaja en la Unidad de Adolescentes del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, aunque no tienen por qué darse las tres en cada paciente. 

Una es la hiperactividad, parece que tienen el motor puesto. Otra es que son muy impulsivos y les cuesta inhibir determinadas respuestas: acaban diciendo lo primero que se les pasa por la cabeza. Y, por último, les cuesta sostener la atención en el tiempo".

Esta especialista, que asegura que una detección precoz es fundamental ''para no acabar colgándole a un pequeño de 11 años la etiqueta de niño con trastorno de conducta'', pone el acento en las consecuencias que tiene para la autoestima. 

''Imagínate a una persona con estas características en clase: aunque no tenga mala intención, acaba siendo disruptivo. Molesta a sus compañeros y puede terminar granjeándose su enemistad. A menudo presenta muchas dificultades en el ámbito social, en clase, pero también en el patio, en actividades menos académicas''. 

¿Solución? ''Los colegios necesitan darse cuenta de que es una situación relativamente frecuente y de que puede haber muchas mejorías si se hacen pequeñas adaptaciones''.

Steve Jobs, Tom Cruise, Michael Phelps o Richard Branson fundador de la aerolínea Virgin son algunos de los rostros conocidos afectados por este trastorno.

 O el psiquiatra Luis Rojas Marcos, quien, aunque sin diagnóstico, también atravesó su periodo escolar en Sevilla con TDAH. Ha recordado en alguna ocasión cómo empezó a suspender a los 9 o 10 años. Hasta que a los 14 suspendió todo. 

''Te preguntas: 'Qué me pasa, por qué soy así'. Pero el tema de la impulsividad y la falta de atención no se conocía: se te veía como a un niño que no quería funcionar''.

Hoy sabemos que no es eso. 

Su trastorno tiene un nombre, unas causas neurológicas y unas pautas de comportamiento en casa y en el aula. 

Uno de los mayores especialistas en el tema, el neurólogo norteamericano Russell Barkley, es tajante: ''No se puede negar la intervención porque sea cara. Más caro es no hacer nada. El fracaso escolar resulta enormemente costoso para la sociedad. Se recaudarán menos impuestos relacionados con estos futuros trabajadores, que tendrán peores trabajos, peores sueldos y serán más gravosos para la sanidad''.

José Ramón Gamo. Logopeda y máster especialista en neuropsicología infantil. Director pedagógico de CADE, un centro especializado en TDAH, donde también se imparten talleres para profesores, familiares y afectados.

"El TDAH es la única patología en la que los pacientes son criticados y penalizados por sus síntomas"

XL. Usted tiene TDAH.

J.R.G. Tengo TDAH y dislexia. Antes, estas cosas no se atendían.

XL. Hemos avanzado...

J.R.G. Sí, pero estos niños y sus familias siguen dependiendo más de la voluntad de cada maestro que de la propia escuela o la Administración.

XL. Los profesores ya saben más...

J.R.G. Hace 18 años, predicábamos en el desierto. Hoy, el profesorado busca qué cosas puede implementar en el aula para ayudar a estos chavales. Pero sigue sin haber unas medidas establecidas.

XL. ¿Cuáles podrían ser esas recetas?

J.R.G. Antes, permíteme decir que nuestro sistema educativo actual es una aberración desde el punto de vista neurológico. Se aplica un método que nace en la Revolución Francesa, donde los maestros vuelcan datos, y los niños están con una posición pasiva. Es lo que llamamos una 'educación bulímica'.

XL. ¿Bulímica?

J.R.G. Hacemos que los niños traguen datos que luego vomitan en los exámenes. En una clase de primaria, el profesor pasa el 50 por ciento del tiempo volcando datos; en secundaria, el 60; y en bachillerato, el 90. ¡Es este método el que provoca el trastorno!

XL. ¿La escuela provoca el trastorno?

J.R.G. Sin duda. La mayoría de los niños con TDAH no tienen trastornos de aprendizaje con métodos diferentes, como el cooperativo, o cuando usa mucho la tecnología y contenidos audiovisuales.

XL. ¿Y qué pueden hacer los profesores?

J.R.G. Exámenes secuenciados. Leer con estos chavales las preguntas del examen, cotejar si se han enterado bien. Muchas veces no terminan de leer el enunciado y ya se ponen a responder. Se le da al niño un folio por pregunta con un control de tiempo. Cuando termina ese tiempo, se le retira y el maestro le pregunta si quiere repasar.

XL. ¿Por qué funciona?

J.R.G. Porque tienen un problema de autosupervisión. Cosas que tú harías mentalmente, como repasar en tu cabeza tu acción, ellos no lo hacen: necesitan acompañamiento. Con este examen secuenciado se obtiene una nota entre 1,3 y 2,2 puntos por encima de su nota en un examen ordinario.

XL. Evitaríamos mucho fracaso escolar.

J.R.G. Este es el grupo de población que más tiempo invierte en estudiar y que menos recompensa obtiene. Muchas veces están abocados al fracaso solamente por el hecho de usar un método de evaluación que se limita a darles una hora para contestar 10 preguntas.

XL. ¿Más recetas?

J.R.G. No limitar el tiempo en los exámenes. La dificultad que tienen en la planificación de la tarea los lleva a que dejen la mitad sin contestar, aunque sepan la respuesta. Otra medida: cotejar lo que saben oralmente. Hacemos el examen escrito por comodidad, pero hay otras opciones.

XL. ¿Cómo es el cerebro de un TDAH?

J.R.G. Cada uno de nosotros tiene tres cerebros. Uno es el de la supervivencia, el emocional, el que responde sin pensar. El que te hace pegar un volantazo si vas a tener un accidente.

XL. ¿Y los otros?

J.R.G. Luego tenemos el cognitivo. Es un cerebro pensante, más racional. Y, además, el ejecutivo, que es lo que te permite dialogar contigo mismo antes de actuar. Las funciones de este último cerebro son las que están afectadas en un niño con TDAH.

XL. ¿Por ejemplo?

J.R.G. Imagínate que mi sistema emocional me indica que me pica la pierna. Mi sistema cognitivo elabora una respuesta y dice «ráscate». Pero imagínate que tienes una urticaria: tú no puedes controlar si te pica o no, pero sí si te rascas, el sistema de regulación es una función ejecutiva.

XL. Que se ve afectada por el TDAH.

J.R.G. Sí, estas funciones ejecutivas son las que forman la capacidad de perseverancia y voluntad; de planificación o de autoevaluarme. Y el sistema de concentración.

XL. Y se meten en líos.

J.R.G. El TDAH es la única patología donde el paciente es penalizado, criticado y castigado por la expresión de sus síntomas. ¡Es una barbaridad!



-¿Cómo lo hacen en Finlandia?

Llevan años practicando la educación inclusiva y ocupa siempre los primeros puestos en 'PISA'.

EJuho Honkasilta es especialista en TDAH

"En nuestro país, los niños pueden recurrir a tres niveles de apoyo en todo momento"

XL. ¿Cómo responde Finlandia a las necesidades de los menores con TDAH?

J.H. Tenemos un sistema de atención en tres niveles. Cada estudiante puede optar a esos distintos niveles de apoyo en todo momento. Así garantizamos un apoyo individual en la escuela.

XL. ¿Cuáles son esos tres niveles?

J.H. El primero es un apoyo general. Es parte natural del proceso educativo diario y es el profesor quien se ocupa de él.

XL. ¿Y los otros dos?

J.H. Lo llamamos 'apoyo intensificado' (nivel 2) y 'apoyo especial' (nivel 3). Los ponen en marcha equipos multidisciplinares y es a largo plazo. El nivel 2 recae en el profesor en el aula junto con un educador especial que da clases individuales o en pequeños grupos. Cuando se activa el nivel 3, se realiza un plan individualizado, que puede incluir una educación especial en casa. El objetivo es mantener al mayor número posible de niños en los niveles 1 y 2, sin llegar al 3, que puede aislarlos.

XL. Temen que se los estigmatice.

J.H. En ocasiones, los padres han llamado la atención sobre ello, pero el nivel 3 es poco habitual. Ahora, el TDAH puede acarrear estigmatización. Para evitarlo, hay que escuchar a los niños y tener en consideración sus opiniones en la práctica pedagógica.

XL. ¿Por ejemplo?

J.H. Quizá el profesor está poniendo todo su empeño en proveer una educación especial, pero el estudiante se siente excluido. Al mismo tiempo, la propia etiqueta de chaval con TDAH ya causa estigma. A menudo no quieren que sus compañeros lo sepan, para no ser los diferentes. El sistema finlandés está luchando contra estos fenómenos negativos.

XL. Las clases duran 45 minutos...

J.H. Eso y los frecuentes descansos suponen una ventaja no solo para los niños con TDAH, sino para todos.

XL. En Finlandia no hay que esperar el diagnóstico clínico para que la escuela actúe.

J.H. Los procesos de diagnóstico pueden ser muy largos, y lo importante es que el estudiante reciba un apoyo cuando surge la necesidad. El sistema finlandés es preventivo. Y algo que lo hace muy especial es el uso tan extendido del nivel 2. La apuesta por la inclusión, por que estudien en clases normales con sus compañeros, es muy importante.

XL. ¿Qué ventajas ven en el sistema educativo finlandés?

J.H. El nivel de sus profesores: todos deben poseer un título de máster. Y es una profesión respetada. También tenemos un sistema flexible que se adapta a los distintos ritmos de aprendizaje de sus estudiantes. Y un apoyo multidisciplinar en las escuelas: de salud, psicológico, profesores de educación especial...

XL. ¿Y sus desventajas?

J.H. No todos los municipios ni todos los centros tienen los mismos recursos.

Diario de una madre

Tiene dos hijos con TDAH. No quiere dar su nombre, pero durante años llevó un pequeño diario donde apuntaba su batalla diaria por sacar adelante los estudios de sus hijos. Publicamos un extracto.

-2005-2006

La primera visita al neurólogo: Sara, con 5 años, todavía no sabe leer: ha terminado educación infantil y su profesora nos dice que algo no marcha. Visitamos un neurólogo, y llevamos también a Álvaro, de 7 años, siempre despistado. Diagnóstico: normalidad, pero recomienda estudio psicológico. Así comenzó nuestro peregrinaje de especialista en especialista, hasta lograr un diagnóstico de TDAH, que no llegó hasta el año 2011.

-2006-2007

La maestra inflexible: Sara empieza primaria. No lleva ni un mes y su profesora ya ha decidido que va a repetir, que debía haber repetido ya, pero como no ha sido así se encargará ella misma. La maestra nos muestra, embobada, los trabajos de niños con sobresaliente, no se da cuenta de que a ella la nota se la va a dar el éxito que obtenga con un niño con TDAH. Álvaro, de 8 años, hace cuentas a diario. Son larguísimas y le salen mal. Por un día que le salen todas bien, su profesora sentencia: «Muy sucio».

-2007-2008

«¡Mal, no Atiendes!»: Sara siempre cuida la presentación. Tiene un buen sentido de la proporción y el color. Su letra es fina, madura y agradable. Hace los deberes con mimo, usa colores, pero comete un error tras otro. La profesora tacha con rotulador grueso cada página. «¡Mal, no atiendes!». Sara no dice nada. Se me parte el corazón. Álvaro es brillante exponiendo oralmente, pero eso no le sirve de nada porque no le computa en la nota. En los exámenes escritos falla estrepitosamente.

-2008-2009

Diagnóstico: son vagos: Sara no usa los dedos para las cuentas. Es buenísima en cálculo, pero los problemas... Lee por encima el texto y al instante decide que suma esto y resta lo otro y multiplica lo de más allá. Álvaro y Sara no siguen el ritmo de la clase, se dejan los libros en el cole y los cuadernos con las tareas hechas en casa. Nunca saben qué deberes tienen. Ni cuándo hay un examen. Ortografía, horrible. Pero son buenos y trabajadores. Valoración de los profesores: vagos.

-2009-2010

Notas catastróficas: Suspensos y suspensos. Pero no me cuadra. Mis hijos no son tontos. Y no hacen otra cosa más que estudiar. Se despistan, hay que estar pendientes. Monitorizarlos. Su abuelo, que fue profe, ayuda a Álvaro con el álgebra, pero suspende igual. «¡Si sabes muchas mates!», le dice el abuelo, que no entiende qué pasa. A veces creo que Álvaro no es capaz de materializar sus conocimientos, como si la espesa motricidad de su escritura lo llevara a alguna especie de «espesor intelectual».

-2011-2012

Tanto esfuerzo...: Sara es una niña alegre, pero ha perdido la esperanza. No quiere ir al psicólogo. Está harta. Va a los exámenes con ilusión y, cuando trae su montaña de suspensos, te dice: «¿Ves, mamá?». Pero a continuación se pone a trabajar. Es fuerte. Álvaro también parece optimista. Pero es una máscara. Es ya adolescente y su padre y yo lo seguimos de cerca. Sabemos que debe ser capaz de hacer solo el recorrido, pero le falta motivación; nunca ha visto que el esfuerzo reporte triunfos.

-2013-2014

Cambio de tercio...: Los cambiamos de centro. Aquí, las cosas son distintas. Pueden hacer exámenes orales, más tiempo para las respuestas y, sobre todo, valoran el trabajo diario, los progresos, y no solo el examen. A pesar de todas las dificultades y de la baja autoestima de mis hijos, empiezan a mejorar. Pero siempre a costa de un sobreesfuerzo constante y agotador para los niños y para nosotros, sus padres.

-2014-2015


Guardar el talento: Álvaro tiene 18 y Sara, 16. Están saliendo adelante. Aprueban. Y lo que es mejor, salen con amigos... Antes no tenían. Su padre y yo seguimos estudiando con ellos. Hay quien nos lo critica. «Si no pasa nada, cada uno es como es, ¡tu hijo será artista!», dicen. Vale, pero entonces que nadie ridiculice sus despistes o tache sus trabajos, que ensalcen su imaginación y que puedan demostrar lo que saben, más allá de un examen. Y así lleguen a ser artistas... O lo que se propongan.

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