jueves, enero 29, 2015

Dificultades emocionales

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Las personas con TDAH pueden tener dificultades para interiorizar sus emociones y para controlar la intensidad de las mismas (autorregulación emocional). No se trata tanto de que las emociones que experimentan sean inadecuadas como de que no son capaces de guardarlas para sí, manifestándolas exteriormente con más intensidad y duración que sus iguales. El resultado es una conducta inmadura, fácilmente alterable y con baja tolerancia a la frustración y a la demora.

La marcada inmadurez y la gran dependencia emocional que caracterizan a las personas con TDAH originan unas consecuentes conductas también características:

En frecuentes ocasiones tratarán de llamar la atención de los demás y no dudarán en ponerse en evidencia, haciendo payasadas o contestando a la figura de autoridad de manera irreverente y/o desafiante.

Ante la perspectiva de un nuevo fracaso, harán todo lo posible para no se les vea y, por ejemplo, mentirán antes que admitir que no han terminado de hacer los deberes.
Su baja tolerancia a la frustración se traduce en irritación e ira, manifestando su malestar dando patadas al aire y haciendo aspavientos exagerados o contestando mal ante cualquier corrección del profesor/a, por ejemplo.
La autorregulación de sus emociones y su comportamiento responden más a los estímulos que reciben (dependencia emocional del entorno) que a las reflexiones internas que pueden hacerse al analizar los acontecimientos o al fijarse objetivos. Su dificultad para automotivarse hace que dependan de las gratificaciones inmediatas que les proporcionemos ante aquellas tareas que no les resulten atractivas, novedosas o que no conlleven una pronta recompensa. Esta dificultad con la motivación interna hace que parezcan carentes de autodisciplina, apariencia agravada por su dificultad para interiorizar y seguir normas e instrucciones.
Su baja tolerancia a la demora de la gratificación y sus dificultades para entender y manejar el tiempo provoca que sean personas insaciables, no se rinden y todo lo quieren para ayer. Por este motivo y como nota de humor, aconsejamos avisarles de acontecimientos gratificantes a escasos minutos antes de que ocurran, si no queremos que nos acribillen a preguntas del tipo cuánto queda, cuánto queda, cuánto queda...
Su incapacidad para automotivarse, también dificulta que puedan analizar sus sentimientos y tomar las medidas necesarias que les ayuden a salir de estados de ánimo negativos, como son la frustración, la tristeza o la ansiedad.
El déficit en la autorregulación emocional afecta igualmente a su nivel de activación. Tienen serios problemas a la hora de iniciar las tareas encomendadas y mantener la actividad hasta su término, sobre todo, en aquellas actividades aburridas, monótonas y repetitivas, evadiéndose en sus propios pensamientos o en otros estímulos exteriores más gratificantes.
Estas dificultades emocionales les ocasionan una vivencia llena de frustraciones y castigos, a lo que hay que añadir la crítica frecuente y valoración negativa que realizamos sobre su persona y no sobre su comportamiento inadecuado. Las consecuencias son un pobre autoconcepto, una autoestima muy dañada y un mal ajuste social y personal.

La imagen que percibimos de las y los estudiantes con TDAH es la chicas/os desmotivados, que no quieren esforzarse y que se muestran indiferentes. Pero nada más lejos de la verdad: por el contrario, manifiestan una necesidad y un deseo reales de agradar a los demás y de recibir una aprobación social positiva por su comportamiento y por aquello que realizan. Como hemos visto, son muy dependientes emocionalmente. Esto debe alertarnos a la hora de marcarles objetivos, ya que se dirigirán a los nuevos retos con mucha energía y ansiedad, aunque, por su sintomatología, decaerán según transcurra el tiempo, lo que les enfrentará con muchas probabilidades a un nuevo fracaso. Por eso, debemos ser realistas y fijarles unos objetivos a corto plazo y que puedan ir cumpliendo de manera progresiva pero segura, de manera que su autoconcepto y su autoestima positivas se vayan afianzando.

Consecuencia de la sintomatología es que puedan mostrar fácilmente altos indicadores de ansiedad y estrés, aunque en apariencia tengan una actitud indiferente y desmotivada que, en realidad esconde la impotencia de hacer frente a sus dificultades. En algunos casos, por la continua presión que reciben, esa ansiedad y estrés pueden convertirse en otros trastornos con entidad propia asociados al TDAH.

Poco a poco, los aspectos emocionales van cobrando un mayor protagonismo. Así, investigadores de la talla del Dr. Barkley reconocen su relevancia como parte del trastorno a la altura de la inatención y de la hiperactividad-impulsividad.

emociones

Analicemos más despacio estas características que nos ayudaran a conocerlos mejor:

Baja autoestima:
Autoconcepto y autoestima están inevitablemente relacionados. El autoconcepto es la imagen que la persona tiene de una misma. La autoestima comprende la auto-convicción de ser eficaz, valioso/a y reconocido/a por los demás. Tener una autoimagen positiva nos infunde seguridad y confianza en nuestras capacidades. Ambos conceptos, dependen de la influencia exterior, es decir, se forjan en gran medida en la opinión que los otros tienen de nosotros. Si tenemos un autoconcepto negativo de nosotros mismos, de alguna manera, nos auto-rechazamos y, dependiendo de la intensidad y vivencia de este sentimiento, nuestro comportamiento puede terminar desembocando en conductas agresivas e, incluso, destructivas.

Los niños, niñas y adolescentes con TDAH reciben con mucha frecuencia y, en algunos casos, de manera casi constante, críticas negativas, sermones, castigos y fracasos a nivel familiar, escolar y social: molestan, interrumpen, pierden, olvidan, empujan, se esfuerzan, fallan, abandonan, se frustran y no son capaces de analizar y solucionar sus problemas, experimentando una permanente sensación de falta de autocontrol. Sin embargo, parece que todo se lo echan a la espalda aparentando que no les importa...

La autoestima está en la base del desarrollo de la personalidad, de la motivación, del rendimiento escolar y de las relaciones sociales, es decir, está en la base de la adaptación al entorno. Es cierto que algunos niños/as con TDAH muestran una autoestima auto-inflada, que no es otra cosa que la forma de hacer frente a su pobre autoconcepto.

Evitar las críticas en público y practicar el refuerzo positivo inmediato y frecuente son fundamentales para fomentar una buena autoestima.

Depresión:
Los síntomas depresivos son también frecuentes en las personas con TDAH, aunque hay que discernir si se tratan de síntomas más relacionados con la desmoralización y la impotencia de no verse capacitados para hacer frente a las exigencias escolares y sociales o, si se trata ya, de un trastorno depresivo más grave, que acompaña al TDAH. La depresión como trastorno implica tristeza crónica, una preocupación excesiva, aislamiento, irritabilidad persistente, falta de energía, desmotivación e inapetencia para realizar actividades habituales, dejadez, ideas de muerte recurrentes, etc. Si creemos que pueda existir una depresión, lo recomendable es la atención sanitaria y especializada de un profesional.

Ansiedad:

La pobre respuesta que las personas con TDAH tienen ante las exigencias del entorno les hace susceptibles de padecer problemas de ansiedad y estrés. Su difícil manejo del tiempo, su inatención, la dificultad para iniciar las actividades de manera autónoma, su desorganización y el déficit de planificación, etc., les convierte en personas lentas en la ejecución de las tareas: por ejemplo, hacer los deberes, recoger su cuarto, realizar un examen, ducharse o desayunar, y la presión que reciben del exterior propician la aparición de síntomas ansiosos, pudiendo convertirse en severos trastornos de ansiedad. El trastorno de ansiedad se caracteriza por experimentar preocupaciones o temores persistentes, nerviosismo, aprensión, episodios agudos de ansiedad y terror ante situaciones que la persona percibe como amenazantes, peligrosas o que no puede controlar. En caso de sospecha de la existencia de este trastorno, las y los pacientes deben ser tratados por profesionales especializados.
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