Rebelión contra los deberes para casa
Padres se declaran en huelga de tareas escolares contra la
degradación de la escuela pública. Los expertos creen que sirven en pequeñas
dosis
Casi un tercio de los alumnos españoles de primaria dedica a
hacer deberes más de dos horas
Los deberes están prohibidos en la escuela primaria francesa
(de 6 a 11 años, igual que en España) desde 1956, cuando el Ministerio de
Educación aprobó una circular en ese sentido. Pero los profesores siguen
imponiendo a los alumnos más pequeños que realicen tareas en casa. Desde el 26
de marzo, decenas de miles de padres y colegiales franceses han dicho basta. La
Federación de Consejos de Padres de Alumnos de Francia (FCPE) ha convocado una
huelga de deberes de dos semanas para protestar contra los “trabajos forzosos”
fuera del horario lectivo. Los deberes, argumentan, no sirven para nada, son
antipedagógicos, causan tensiones en la familia obligando a los padres a
ejercer de profesores, alargan innecesariamente la jornada de seis horas
diarias, impiden a los niños dedicar el tiempo a la lectura, y aumentan las
desigualdades entre los alumnos que pueden beneficiarse de la ayuda de su
familia y los que no.
La asociación mayoritaria de padres y madres de alumnos en
España, Ceapa, comparte muchas de esas ideas y por eso lanzó un comunicado de apoyo
en el que dicen que se están planteando hacer algo similar.
Hay un gran abanico de tareas que los profesores mandan a
los estudiantes para que hagan en casa, fuera del horario lectivo —trabajos,
ensayos, lectura de libros, ejercicios de matemáticas o análisis morfológicos
de palabras—, y parece difícil de discutir que para adquirir cualquier
habilidad sea de alguna manera beneficiosa su práctica. Pero el debate sobre si
los deberes tienen más efectos positivos o negativos, sobre todo si son tantos que
sobrecargan la vida del alumno, recorre desde hace años muchos sistemas
educativos de todo el mundo, de Estados Unidos a España. El año pasado, el
Consejo Escolar de Navarra se pronunció sobre ello a petición del Defensor del
Pueblo.
El Consejo Escolar navarro zanjó el debate dando pautas para
los trabajos
A pesar de la controversia científica, que no deja claro
hasta qué punto sirven los deberes para la mejora del rendimiento, decía en un
texto, “es un hecho que las tareas escolares o deberes están arraigados en
nuestro entorno escolar de forma secular. [...] Parece que, en principio,
existe el consenso en nuestra comunidad docente de que las tareas sirven para
inculcar al alumnado el valor del esfuerzo personal y de la responsabilidad en
su formación y educación”, concluyó. Así que se limitó a dar una serie de
recomendaciones sobre las características que deben cumplir las tareas
escolares para casa, como, por ejemplo, ser motivadoras, no causar
discriminaciones ni usarse nunca como un castigo.
Sin embargo, los más firmes detractores de estas tareas
creen que deberían desaparecer, por lo menos en la escuela primaria. En Estados
Unidos, es constantemente citado en las filas de los enemigos de esas tareas
para casa el libro Causa contra los deberes (The case against homework). Una de
sus autoras es Sara Bennett, una madre estadounidense que emprendió hace años
su particular lucha:
“Hay muy pocas evidencias que relacionen los deberes con
mejores resultados, especialmente en los primeros cursos de la educación, y aun
así dedican mucho tiempo a esas tareas en casa. Cuando los niños son pequeños,
son incapaces de hacer los deberes ellos solos, con lo que al final lo que
aprenden es a depender de sus padres. Así, en vez de aprender la
automotivación, disciplina y responsabilidad (como dicen quienes los
defienden), lo que aprenden es a depender de otros y a motivarse solo a base de
negociaciones y castigos”, escribe Bennett por correo electrónico.
“Los niños necesitan tiempo para jugar y socializar”, señala
una especialista
La asociación de padres española Ceapa dice que la escuela
se ve obligada a sobrecargar a niños y niñas de unas tareas que, en realidad,
“deberían haber trabajado en la escuela”, se quejan de que es una práctica
“poco motivadora y alejada de la cultura audiovisual en la que han crecido” y
que provocan desigualdades sociales: “Mientras unos padres intentan ayudar a
sus hijos, otros recurren a clases particulares o academias, otros muchos no
tienen ni el nivel educativo ni el dinero para poder pagar esos apoyos”.
Jean Jacques Hazan, presidente de la FCPE, explica a este
diario que “muchos profesores, sindicatos e inspectores de educación se han
sumado a la protesta y a la discusión porque los deberes son uno de los
síntomas de la degradación que vive la escuela pública en Francia”. Según
Hazan, “el tiempo lectivo está muy mal organizado, y los deberes solo añaden un
trabajo suplementario de repetición que no ayuda a los alumnos a entender las
materias. Si uno no ha entendido la lección en clase con el profesor, será un
milagro que la aprenda en casa solo o con sus padres. Hace falta que los niños
enseñen en casa lo que han aprendido en el colegio y no que enseñen en clase lo
que han hecho en casa”.
La huelga de deberes, que a algunos quizá les suene a broma
y que ha sido rechazada por el ministro de Educación, Luc Chatel, como una
iniciativa “demagógica”, tiene una profunda lectura política y ha reabierto el
debate sobre la escuela pública en plena campaña electoral para las
presidenciales francesas. La federación de padres de alumnos, que actúa como un
grupo de presión, ha invitado a algunos candidatos para analizar en detalle su
programa educativo.
Sus defensores aseguran que sirven para inculcar el valor de
esfuerzo
Aunque su asociación no ha dado consigna de voto, el líder
de la FCPE explica que “el mandato de Sarkozy ha sido catastrófico para la
educación republicana, seguramente el peor de la historia. Ha aplicado a la
enseñanza su lema ‘trabajar más para ganar más’, una filosofía totalmente
errónea y antipedagógica. Ha suprimido 80.000 profesores en cinco años, más del
10% del total, y ha denigrado profundamente la escuela pública reduciendo a la
mitad el gasto para niños con problemas y suprimiendo del todo la formación de
los maestros. Hoy basta un título de Física para dar clase de Física en un
colegio sin tener la más mínima noción de pedagogía o de psicología. Tenemos
profesores con un máster de su especialidad que son incapaces de transmitir
conocimientos”.
La corriente cuasi global de recortar los presupuestos de la
escuela pública, que forma parte del ideario de la derecha neoliberal y que en
algunos países del sur de Europa ha corrido en paralelo al aumento de los
beneficios y las ayudas a la Iglesia católica, ha tenido en la laica Francia
características propias, explica Hazan. “Aquí la Iglesia pesa menos que en
España o en Italia. Pero somos la segunda potencia de la zona euro y la quinta
del mundo y hemos reducido el gasto educativo en 15 años desde el 7,5% del PIB
al 6,5%. Además, se han reducido 150.000 plazas de guardería, y se ha
favorecido todo lo posible el sistema privado. El negocio de las academias de
refuerzo ha florecido de forma extraordinaria, mientras la imagen de lo público
se derrumbaba”.
De hecho, el debate que plantea la Ceapa en España (donde
las plantillas de profesores se ha reducido en miles y los presupuestos de
enseñanza han perdido más de 3.000 millones en dos años) también más allá de
los deberes, explica Jesús María Sánchez, presidente de la confederación de
padres. De hecho, recuerda que en su nota al respecto reclamaban reformar el
currículum educativo para que sea más motivador, atractivo, práctico y adaptado
a la sociedad del siglo XXI; y más programas de refuerzo educativo por las
tardes en las propias escuelas, como el PROA, que por cierto hoy peligra por
los recortes en los presupuestos en educación.
“Si son pequeños, solo aprenden a depender de otros”, se
queja una madre
Pero, aunque la discusión vaya más allá, tampoco hay que
olvidar que el debate sobre los deberes existe y se reaviva periódicamente con
gran encono entre las partes. A la federación de padres de la escuela católica,
Concapa, le parece una locura y una “gran irresponsabilidad” cuestionar esas
tareas con una huelga, dijo la asociación en una nota.
Los padres de Ceapa, por su parte, piden que las tareas
fuera de clase sean formación complementaria en bibliotecas o museos, con
tareas de lectura, investigación y utilizando las tecnologías de la información
y la comunicación; y que además se puedan hacer sin ayuda de un adulto. Además,
lo que critican, más que su existencia, es sobre todo su exceso: “En los
últimos años se ha incrementado el tiempo que los menores han de dedicar en
casa a realizar las tareas escolares, lo que demuestra que la escuela no responde
adecuadamente a las necesidades educativas”. Aunque no se sabe si la situación
ha cambiado mucho en los últimos cinco años, lo cierto es que entre 1997 y 2007
la dedicación diaria a los deberes escolares de los chicos y chicas de primaria
ha ido aumentando. Mientras los que dedicaban menos de una hora (incluidos lo
que hacen nada) a esas tareas pasaron de ser el 37% al 20%; los que dedicaban
entre una y dos horas, aumentaron del 40% al 48%; y los que estaban más de dos
horas del 23% han pasado al 32%.
Si se consulta a uno de los especialistas que más han
estudiado la eficacia de hacer deberes para conseguir mejores notas, el
profesor de la Universidad de Duke Harris Cooper, a pesar de que los
detractores de las tareas le citan constantemente, lo cierto es que no habla de
eliminarlos, sino de limitarlos. “Los alumnos que hacen deberes parecen tener
mejores resultados que los que no, pero solo en cantidades apropiadas a su
desarrollo”, dice Cooper, aunque advierte que tampoco hay que poner demasiada fe
en que los resultados mejoren espectacularmente.
Sus detractores dicen que causan tensiones en la familia y
obligan a los padres a ser profesores
Cooper ha repasado las investigaciones hechas sobre el tema
y explica que, según parece, los deberes son más eficaces en la secundaria que
en la primaria porque los pequeños tienen más dificultades para vencer todas
las distracciones que tienen alrededor en casa; mientras los mayores, además,
son capaces de dedicarle más tiempo a las tareas más difíciles (los pequeños lo
dejan).
Una de las quejas de los padres de Ceapa es precisamente la
lucha y el conflicto que supone en las familias perseguir a los chavales para
que hagan los deberes. “Crean tensiones entre padres e hijos. Muchas veces,
para poder hacer los deberes se quedan sin jugar, por lo que generan rechazo.
Es cierto que los niños y niñas tienen que saber cuáles son sus obligaciones,
pero también deberían tener tiempo para jugar”.
Precisamente a esto se refiere la profesora de Educación de
la Universidad de Nueva York Diane Ravitch: “Las tareas no deben ser excesivas.
Los niños necesitan tiempo para jugar y socializar con los amigos. Para los
niños en los primeros cursos, no más de 10 minutos al día. En ningún caso debe
exceder las dos horas diarias al final de la primaria”. Pero Ravitch añade
además por correo electrónico una firme defensa de ciertos tipos de tareas:
“Algunos deberes pueden ser buenos, como leer libros, escribir ensayos y
también ficción o elaborar proyectos de ciencias”.
Muchos psicólogos alertan del aumento del estrés de los niños con la agenda saturada
En todo caso, el profesor Cooper no cree que la pregunta
correcta que se deben hacer profesores y padres en este debate es si las tareas
escolares tienen más efectos positivos o negativos: “Ambos pueden ocurrir. Para
evitar los efectos negativos, debería evitarse cantidades muy grandes de
deberes, pero también dar flexibilidad a los profesores para tener en cuenta
las necesidades y circunstancias únicas de cada uno de sus alumnos”, añade.
Recuerda, además, que más tiempo no tiene por qué ser mejor: quizá un alumno
tarde mucho más en hacer los deberes porque aún lo ha aprendido bien y le está
constando mucho.
En España, recordemos que casi un tercio de los alumnos de
primaria excede ese tiempo de dos horas diarias que señala como límite lógico
la profesora Ravitch. Además, en los últimos años muchos expertos en
psicología, como la Sociedad Española de Psiquiatría, han alertado del aumento
del estrés entre unos niños cuyas agendas no dejan de crecer. Aparte del
colegio, más del 90% de los alumnos españoles de enseñanza obligatoria (de 6 a
16 años) desarrolla alguna actividad extraescolar, y algo más de la mitad, dos
o más a la semana.
Preguntado hace unas semanas el catedrático de Sociología de
la Complutense Julio Carabaña sobre la cultura del esfuerzo, comentaba con
algunos compañeros que, en realidad, en la escuela española lo que hay hoy es
“una cultura del estrés”. “Cuando yo era estudiante, no me ponían deberes;
ahora los alumnos están saturados”, afirmaba.