“Yo fui un niño hiperactivo y eso ha hecho que hoy con 63 años tenga más energía. Gracias a un medicamento que descubrí por casualidad pude estudiar medicina”, afirma el psiquiatra Rojas Marcos.
Según Rojas Marcos los niños que padecen esta enfermedad se descentran.
Relacionan unas ideas con otras constantemente, lo que evita que se centren en un tema.
Son muy impulsivos y distraídos.
No predicen las consecuencias de sus actos.
En contrapartida son niños con grandes cualidades en creatividad, están dotados de una imaginación desbordante y están llenos de energía para hacer mil cosas.
“Esta es una enfermedad que yo padecí de pequeño y en cierta manera sigo sufriendo de forma más suave. Me cuesta el doble que a los demás procesar algunas ideas”, afirma Rojas.
Según comenta este doctor, el Director de su colegio le aconsejó dejar los estudios y realizar un oficio porque –desgraciadamente- no servía para estudiar.
“Empecé a tocar la batería y como se me daba bien me subió la autoestima. Llegué a la facultad. Un día por casualidad me compré un medicamento con mis compañeros para preparar un examen y mi vida cambió.
Noté que cuando me lo tomaba me centraba y me interesaban los temas que estudiaba. No me producía ningún tipo de nerviosismo. Por primera vez, me interesé por las células, el corazón y todos mis apuntes…”, afirma Rojas – y añade- “Yo no estaba diagnosticado pero aquel principio activo me ayudo a centrarme.
Ese principio activo ha evolucionado. Dejé la batería y me dediqué a la medicina”, comenta el doctor Rojas Marcos.
El Doctor Alberto Fernández Jaén, Jefe de Neuropediatría de la Clínica la Zarzuela, es de la misma opinión. Se necesita un tratamiento global. “Una pata fundamental del tratamiento es la medicación.
El metilfenidato ha sido un gran avance para nosotros. El Doctor Rojas Marcos lo que tomó por casualidad fue un psicoestimulante. Hoy esta rama de los medicamentos ha evolucionado muchísimo.
Entre los lanzamientos más recientes se encuentra Medikinet, que aporta como novedad su efecto de 8 horas justo el tiempo que el niño pasa fuera de casa.
Su efecto va desapareciendo a la caída de la tarde”, afirma este neuropediatra que acumula una experiencia de más de quince años en el tratamiento del TDAH.
El Doctor Rojas Marcos comentó que cuando él era pequeño no controlaba sus impulsos. Sufría muchísimo porque no era capaz de medir las consecuencias de sus actos.
“Llegué a prender fuego un matorral y acabe con 9 años en la Guardía Civil, y de ahí a la cárcel. Me sentía fatal. No sabía por qué había hecho aquello. Y así una tras otra. Sufría muchísimo”, comenta el Doctor Rojas.
Los doctores norteamericanos invitados a la conferencia insisten en que en España queda mucho por hacer.
En Estados Unidos el sistema educativo integra y ayuda al niño que sufre TDAH.
Allí se les sienta en primera fila, se le aplica un programa específico para cultivar su autoestima y se le da el doble de tiempo en los exámenes y en su proceso de aprendizaje que es más lento.
http://www.atencion.org/servicios.htm