🔷 **TRANSCRIPCIÓN COMPLETA DEL DEBATE
“¿SON ÚTILES LOS DEBATES EN PSICOLOGÍA Y EN COACHING?”**
Participantes:
Jorge Orrego (crítico de los debates teóricos)
Rosario (defensora de los debates, inteligente y retórica)
🟦 Moderador:
Damos inicio a este diálogo entre dos pensadores de alto nivel. La pregunta central:
¿Aportan algo los debates teóricos en psicología y en coaching?
🟥 1. Apertura
Rosario:
Jorge, tú sostienes que los debates no sirven en nuestras disciplinas. Pero la confrontación de ideas ha sido históricamente crucial para el avance del pensamiento. Sin debate, ¿cómo evolucionan los modelos? ¿Cómo se pulen las teorías?
Jorge Orrego:
La evolución de los modelos no ocurre en los debates, Rosario. Los debates dan la ilusión de movimiento, pero no generan conocimiento. En psicología y en coaching —donde el objeto es humano, complejo y contextual— el debate suele degenerar en retórica, identidad profesional y teatralidad intelectual. Mucho calor, poca luz.
🟥 2. ¿Produce conocimiento el debate?
Rosario:
Pero Jorge, sin debate no hay fricción. Y sin fricción no hay avance. ¿No es el debate un mecanismo natural para falsar ideas?
Jorge Orrego:
Ese es el mito.
La falsación ocurre en la investigación, en la práctica, en los datos.
No ocurre en un escenario donde dos personas intentan demostrar quién habla mejor.
Quiero pedirte algo concreto, Rosario:
Dame un ejemplo —uno solo— en el que un debate teórico haya producido conocimiento válido en psicología o en coaching.
No discusiones informales.
No correspondencias.
No influencias difusas.
Debate formal.
La respuesta es incómoda: no lo hay.
Como recordaba Kuhn,
los modelos no se imponen porque ganan debates, sino porque mueren aquellos que los criticaban.
El debate no causa los avances: coincide con ellos, los rodea, los adorna. Pero nunca los produce.
🟦 3. Rosario intenta defender el formato
Rosario:
Pero debates como el de Skinner y Chomsky marcaron época. Aunque no resolvieron nada, abrieron caminos, obligaron a pensar, estimulaban investigaciones. Algo aportan.
Jorge Orrego:
No confundas coincidencia temporal con causalidad epistemológica.
Los avances que siguieron a esos debates no ocurrieron por el debate, sino a pesar de él.
Fue la investigación posterior —y el paso del tiempo— la que consolidó nuevas perspectivas.
El debate ilumina un instante, pero no construye nada.
Es una chispa, no una fábrica.
🟥 4. La naturaleza ilusoria del debate
Rosario:
¿Entonces descartamos todo valor posible del debate?
Jorge Orrego:
No lo descarto: lo reconozco por lo que es.
Y lo que es, Rosario, es un escenario donde rara vez gana quien tiene mejores argumentos; gana quien es más hábil en la picardía retórica.
El debate premia al Lazarillo de Tormes:
al pícaro astuto, al que desconcierta, al que manipula emocionalmente al otro, al que desplaza el eje conversacional con aparente brillantez.
A veces incluso con rasgos que rozan lo psicopático en sentido coloquial: frialdad, falta de vulnerabilidad, cálculo emocional.
En ese teatro gana el más listo en descolocar, no el más profundo en comprender.
El debate no revela la verdad: revela la astucia.
🟦 5. La función real de los modelos
Rosario:
Pero la multiplicidad de modelos requiere confrontación, ¿no? Sin debate, ¿cómo los comparamos?
Jorge Orrego:
Esta es la parte esencial:
Los modelos no existen para complementarse, pero tampoco para anularse.
Los modelos existen porque existen otros modelos.
Si solo hubiera uno, ni siquiera podríamos llamarlo verdadero: sería dogma.
La pluralidad es condición de posibilidad de cualquier modelo.
El otro modelo no es un enemigo: es el espejo sin el cual no habría contorno, ni contraste, ni perspectiva.
Por eso, cuando el debate intenta aniquilar al otro modelo, está destruyendo precisamente aquello que hace posible pensar.
🟥 6. La propuesta alternativa
Rosario:
Entonces, ¿cuál sería tu alternativa al debate?
Jorge Orrego:
Muy simple, y profundamente democrática:
Que cada persona formule sus ideas con claridad.
Que las publique, las explique, las comparta.
Y que la gente elija, experimente y contraste en la vida real.
La validación no debería venir de la victoria retórica, sino de la experiencia, de la resonancia práctica, del impacto real.
El debate premia al más hábil.
La vida premia a lo que funciona.
Yo prefiero la vida.
🟩 7. Cierre
Rosario:
Aunque sigo creyendo en el valor del debate, admito que tu crítica tiene una profundidad que pocas veces se escucha. Especialmente la distinción entre retórica y conocimiento.
Jorge Orrego:
No se trata de eliminar la conversación.
Se trata de liberar el pensamiento de formatos que lo empobrecen.
El debate es un ritual heredado.
El pensamiento es más grande que el ritual.