lunes, octubre 20, 2025

La Matriz, el Algoritmo del Swing

Desde hace años, he llamado a esta herramienta mi Matriz del Lindy Hop.
No es un simple diagrama; es la prueba irrefutable de que el Swing, a pesar de su espíritu libre y su aparente caos de improvisación, es una de las danzas más profundamente matemáticas que existen.
Es mi manera de traducir la deliciosa complejidad de la música de Big Band en un algoritmo para los pies, y una herramienta de cálculo mental en tiempo real.

Siempre he dicho que el Lindy Hop se baila en unidades de ocho.
El jazz de la era Swing se estructura en frases musicales de ocho tiempos, que se agrupan en coros de 32 tiempos, a menudo siguiendo el patrón A-A-B-A.
Esta es nuestra verdad fundamental, nuestro axioma.
Mi matriz es la interfaz que me permite interactuar con esa estructura, mover el cuerpo y calcular cada transición en simultáneo.


El Lienzo y los Módulos de 8

Imagina el diagrama que ves no como una tabla de papel, sino como una consola de programación coreográfica.
Cada casilla es un botón, un módulo de paso preconfigurado, y yo soy el ingeniero diseñando la secuencia.

Al enfrentarme a un coro de 32 tiempos, sé que tengo cuatro grandes bloques que llenar.
Mi objetivo no es solo meter pasos, sino asegurarme de que el final de un paso de ocho tiempos calce perfectamente con el inicio del siguiente, y de que cada cálculo mental de tiempos, secuencias y transiciones sea exacto.

La magia de la sincronización reside en la columna de los tiempos (del 1 al 8).
Al seleccionar un módulo como el Charleston o el Tandem, estoy activando un loop de ocho beats, y simultáneamente resolviendo ecuaciones mentales de duración y transición.


La Ecuación de los pasos irregulares

El Lindy Hop adora figuras como el Tuck Turn o el American Spin, que solo duran seis tiempos.
Pero también existen movimientos más largos, como el Ryan Run o quiebres dramáticos, que pueden durar 10 tiempos o más.
Aquí la matemática de la musicalidad se transforma en un verdadero Sudoku coreográfico, y un entrenamiento activo de cálculo mental.

Si un módulo dura 6 tiempos, la frase musical sigue siendo de 8.
Si dura 10, debo calcular cómo distribuir los tiempos restantes con rock steps, kicks o pausas para que todo encaje.
Cada movimiento, cada transición, es una ecuación resuelta en el cuerpo y en la mente, donde el baile se convierte en juego y ejercicio mental:

duración del paso + ajustes = 8, 10 o 12 tiempos según la matriz

El cuerpo se mueve, la mente calcula, la música fluye.


Los quiebres: territorios de creatividad y cálculo

Los quiebres, movimientos más largos o inesperados, son momentos donde puedo inventar pasos, incorporar técnicas de teatro corporal o reinterpretar movimientos clásicos.
Son las pausas que permiten explorar la creatividad: cambiar la postura, variar el frame, incorporar gestos dramáticos o jugar con la musicalidad interna.

En los quiebres, la Matriz me da la libertad de salirme del guion de 8 tiempos y experimentar, mientras la matemática subyacente y el cálculo mental aseguran que todo vuelva a encajar en la estructura global.
Es el equilibrio perfecto entre rigor y libertad, entre precisión, creatividad y pensamiento matemático en tiempo real.


La Dinámica de A y B

Finalmente, está la diferencia dinámica entre las partes A y la parte B.
No bailo una A como bailo una B.

  • A (El Tema): Es el territorio de la base rítmica, la familiaridad.
    Aquí coloco el Swing Out from Closed, el Lindy Circle, pasos que establecen el pulse y el carácter de la rutina.
    Es donde le digo a mi pareja: "Aquí estamos, en nuestra zona de confort".

  • B (El Puente): Es el Contraste.
    La música puede modular o crear tensión armónica.
    En la columna B, elijo módulos que inyectan una energía diferente: un giro más dramático como el Texas Tommy, un footwork más rápido como el Side Kick, o un cambio de frame como la vuelta a un hand to hand.
    Es la pausa, la exclamación, antes de volver a la dulzura de la A final.
    Los quiebres aquí se convierten en territorios de exploración donde la imaginación establece el límite, y la mente calcula cada ajuste para mantener la sincronía.


La estructura que libera: del Swing al Blues

Al igual que el blues tiene su estructura clásica de 12 compases y frases típicas, el Lindy Hop también se mueve dentro de bloques reconocibles: 8 tiempos, 32 tiempos, A-A-B-A.
Estas estructuras no son cadenas; son andamios que nos sostienen.

Dentro de esa seguridad, puedo soltarme y dejar que la improvisación surja desde la nada.
El cuerpo y la mente saben que hay un marco, un pulso, un patrón rítmico que respalda cada giro, cada swing out, cada quiebre.
Es exactamente esa certeza la que permite la audacia: probar pasos nuevos, inventar combinaciones, transformar un movimiento clásico en algo personal y único.

El Swing, como el blues, nos enseña que la libertad verdadera no nace del vacío, sino del equilibrio entre estructura y expresión, entre seguridad y riesgo, entre regla y juego.


Para mí, esta matriz es más que una guía; es la prueba de que, cuando bailo Swing, no solo estoy moviendo el cuerpo, sino que estoy estructurando el sonido, cuantificando la alegría, programando la improvisación y entrenando mi cálculo mental dentro de los confines de la hermosa arquitectura musical del Jazz.

El Lindy Hop, con pasos de 6, 8 o 10 tiempos y quiebres creativos, es un Sudoku vivo: cada módulo debe encajar perfectamente, cada beat debe sumarse y cada giro debe coincidir. La música, la pareja y la mente trabajan juntas en un juego de precisión, creatividad, cálculo y pura alegría.


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