jueves, septiembre 11, 2025

La Simplicidad Sustentada: por qué la linealidad es la punta más potente del iceberg relacional


Resumen

Este ensayo cuestiona la narrativa que coloca al pensamiento sistémico y relacional como niveles superiores de sofisticación frente a la aparente simplicidad del pensamiento lineal. Plantea que la linealidad, lejos de ser un modo ingenuo de pensar, es una herramienta poderosa de síntesis que condensa y operacionaliza un trasfondo relacional implícito. Denominamos a esta visión “Simplicidad Sustentada” o “Linealidad Emergente”, para subrayar que la causalidad no es reducción, sino concentración funcional de una complejidad tácita que la hace posible.


Introducción

En la psicología contemporánea, la crítica al pensamiento lineal es casi automática. Se considera que los modelos sistémicos, constructivistas o cibernéticos representan un nivel de comprensión más profundo y realista, mientras que las explicaciones lineales —como las usadas en terapia cognitivo-conductual— se perciben como simplistas, mecanicistas y reduccionistas. Pero ¿y si esta crítica estuviera equivocada? ¿Y si la verdadera sofisticación residiera precisamente en la capacidad de producir reglas simples y contingencias claras a partir de un trasfondo relacional más amplio?

La linealidad no surge en el vacío. Se apoya en un océano de relaciones implícitas, experiencias previas y marcos intuitivos que no siempre son explícitos ni verbales. Como la punta de un iceberg, la regla causal visible condensa una estructura invisible que la sostiene. Esta simplicidad aparente permite actuar, decidir y transformar la realidad sin necesidad de cargar con todo el océano de significados que yace debajo.

Este ensayo explora cómo la linealidad puede entenderse como síntesis, no reducción; como un modo de concentrar complejidad para volverla funcional. Lejos de estar por debajo del pensamiento sistémico, es su instrumento operativo más eficaz.


1. La trampa de lo obvio: cuando lo simple esconde lo complejo

El mayor error al juzgar la linealidad es confundir síntesis con simplificación ingenua. Una contingencia del tipo “si ocurre A, reforzamos B” parece superficial, pero esa superficie solo existe porque hay un conjunto de intuiciones, conocimientos tácitos y contextos relacionales que la hacen comprensible y aplicable.

La trampa de lo obvio consiste en creer que lo visible agota el fenómeno. Pero, al igual que en la ingeniería o la programación, una línea de código puede representar cientos de procesos invisibles; del mismo modo, una regla conductual condensa experiencias emocionales, contextos sociales, patrones de aprendizaje y supuestos culturales que no necesitan ser verbalizados para que la regla funcione.

El pensamiento sistémico suele subrayar esta complejidad, pero corre el riesgo de olvidar que, en la práctica, toda decisión debe llegar a un punto de simplicidad operativa. No se puede navegar solo con mapas de relaciones infinitas; se necesita un timón claro.


2. Linealidad emergente: síntesis, no reducción

Proponemos entender la linealidad como emergente. Esto significa que no es un nivel primario ni inferior del pensamiento, sino una traducción funcional de una base mucho más rica. La causalidad no describe toda la complejidad del mundo, pero permite actuar sobre él de manera focalizada.

Autores como Michael Polanyi ya advertían que “sabemos más de lo que podemos decir”, aludiendo al conocimiento tácito que sostiene cualquier formulación explícita. Gregory Bateson reconocía que las explicaciones lineales eran instrumentos útiles dentro de sistemas complejos, pero no se detuvo a explorar su potencia operativa por derecho propio. Aquí proponemos dar ese paso: reconocer que la simplicidad lineal es una condensación pragmática de la complejidad, no un residuo empobrecido de ella.


3. La simplicidad como poder: operar sin nombrar el océano

En terapia, ciencia y tecnología, la simplicidad no solo es deseable: es indispensable. Ningún ingeniero diseña un motor recitando la teoría completa de la termodinámica mientras trabaja. Ningún terapeuta necesita narrar todo el trasfondo de una relación familiar para aplicar un refuerzo positivo en un momento crítico.

La simplicidad, lejos de ser ingenua, es poder: el poder de intervenir en un sistema complejo sin paralizarse ante su magnitud. Es la capacidad de actuar en un punto estratégico, confiando en que el resto de la red —el océano relacional— sostendrá la coherencia de la intervención.

Por eso hablamos de Simplicidad Sustentada. Porque cada regla lineal es un resumen eficaz de una complejidad tácita, y su fuerza radica en esa economía: decir lo mínimo para hacer lo máximo.


Conclusión

La discusión entre pensamiento lineal y sistémico ha sido planteada en términos jerárquicos: como si uno representara un nivel de profundidad superior al otro. Este ensayo propone un cambio de enfoque: la linealidad no es inferior; es emergente. Su simplicidad no es empobrecimiento, sino síntesis. Su poder no reside en negar la complejidad, sino en hacerla operativa sin necesidad de explicitarla en cada paso.

El pensamiento humano —y por extensión, la terapia, la ciencia y la tecnología— depende de esta capacidad de condensar en lo simple lo que solo puede sostenerse en lo complejo. Ahí, en esa tensión, se juega la verdadera sofisticación.



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