domingo, septiembre 28, 2025

La brújula limpia

En su estado más puro, la brújula es inmediata: algo me atrae → me acerco; algo me incomoda → me alejo. Esa simplicidad es la raíz del amor entendido como agrado, apetencia, bienestar.


El filtro de la anticipación

Pero la mente humana tiene una capacidad extraordinaria: anticipar. Imaginamos lo que puede pasar antes de que pase. Eso nos da ventaja adaptativa, pero también introduce ruido en la brújula.

  • Ya no reaccionamos solo al presente, sino a una proyección del futuro.

  • El “me gusta” se tiñe de un “¿y si…?”.

  • Lo agradable se vive con sospecha, lo deseado con miedo a la consecuencia.

👉 Ejemplo: quiero acercarme a alguien que me atrae (me gusta), pero anticipo rechazo; la brújula se bloquea.


Cómo funcionan esos filtros

  1. Experiencias pasadas → proyecciones futuras
    Cada vez que algo nos dolió, el recuerdo queda como huella. Cuando algo similar aparece, anticipamos que volverá a doler. La brújula ya no responde al presente, sino a la memoria disfrazada de futuro.

  2. Lenguaje interno → guión anticipatorio
    Lo que nos decimos condiciona la brújula. “Seguro lo haré mal”, “me van a criticar”, “no valdrá la pena”. El miedo toma el timón antes de probar siquiera.

  3. Cultura y normas → expectativas sociales
    Muchas veces no anticipamos solo lo que nos pasará, sino lo que los demás pensarán de nosotros. La brújula apunta más a “no decepcionar” que a “me gusta”.

  4. Ansiedad → sobreactivación del futuro
    Cuando la mente se acelera, multiplicamos escenarios negativos. La brújula deja de ser una aguja clara y se convierte en un imán que gira sin rumbo, dominado por el miedo.


El efecto final

El presente se vuelve inaccesible. No reaccionamos a lo que sentimos ahora, sino a lo que creemos que pasará después. Y como la mayoría de esas anticipaciones están teñidas de miedo, la brújula deja de orientarse por el amor y se somete a la evitación.

👉 Ejemplo cotidiano:

  • Me gusta bailar, pero anticipo que haré el ridículo.

  • Me gusta hablar en público, pero anticipo que me pondré nervioso.

  • Me gusta descansar, pero anticipo que “perderé el tiempo”.

Resultado: el miedo cancela el gusto.


La paradoja

Lo curioso es que estas anticipaciones son útiles cuando hay peligro real (no cruzo la calle porque anticipo un coche). Pero la mayoría de las veces no protegen: sobrerregulan. Es decir, nos alejan de lo que nos gusta aunque no haya amenaza real.

La brújula deja de señalar el norte del amor y empieza a señalar un sur inexistente: el del miedo proyectado.


🌱 En resumen:
Nuestras anticipaciones son filtros que alteran la brújula vital. Donde debería haber un gesto limpio de acercamiento o alejamiento, aparece una nube de “¿y si…?” que multiplica el miedo y desvía la dirección. Volver al amor implica aprender a limpiar ese filtro, distinguir entre el presente y la proyección, y atrevernos a acercarnos de nuevo a lo que nos gusta.



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