lunes, junio 16, 2025

Tu propósito no está perdido: está esperando que llegues con tus alas desordenadas


“Tengo tantas ideas, tantos intereses, tanta energía… pero no sé para qué.”
“Empiezo mil cosas, me entusiasmo… y luego todo se diluye.”
“A veces creo que no tengo propósito. O que nunca lo voy a encontrar.”

Si alguna vez pensaste así, no estás solo. Y si tienes TDA-H, es muy probable que te hayas hecho estas preguntas con una mezcla de rabia, tristeza y confusión.
La buena noticia es esta: no estás roto. No estás perdido. Y sí, puedes encontrar un propósito real, tuyo, vivo. Pero tal vez no se parezca al de los demás.

Y eso, en realidad… es una bendición.


No es que no tengas propósito. Es que no encaja en moldes lineales.

Desde niños nos enseñaron que tener propósito es “tener claro lo que uno quiere”, seguir una ruta, perseverar en ella sin distracciones y conseguir metas.
Pero si vives con TDA-H, sabes que tu mente no es lineal, tu energía no es constante, y tus intereses cambian como las mareas.

¿Eso significa que no puedes tener propósito?
No. Significa que tu propósito tiene que estar vivo. Cambiante. Flexible. Emocionante. Auténtico.

Tú no vas a encontrar tu propósito en una frase perfecta. Lo vas a encontrar en el movimiento, en la experimentación, en el error, en lo que te conmueve.


El propósito no es una meta. Es una brújula emocional.

Cuando tienes TDA-H, necesitas que tu propósito te toque el cuerpo, no solo la cabeza.

  • No basta con que “tenga sentido”. Tiene que tener sentimiento.

  • No basta con que “sea lógico”. Tiene que encenderte, movilizarte, emocionarte.

  • No basta con que “sirva para algo”. Tiene que resonar con lo que eres, incluso si no sabes explicarlo bien.

El propósito no es algo que uno decide desde afuera. Es algo que uno reconoce por dentro.


¿Cómo encontrar tu propósito con TDA-H?

1. No empieces preguntando “¿qué quiero hacer?”, sino “¿qué me hace sentir vivo?”

Tu propósito no está en tu currículum ni en tus hábitos. Está en esos momentos donde te olvidas del reloj, donde tu mente se organiza sola, donde no necesitas motivación externa.
Busca ese tipo de momentos. Anótalos. Repítelos. Son pistas.


2. Acepta que será multiforme, no lineal

Tendrás etapas. Saltarás de una cosa a otra. Cambiarás de ideas.
No lo llames inconstancia. Llámalo exploración.
Muchos con TDA-H no tienen un solo propósito, sino un ecosistema de propósitos que giran alrededor de una esencia: crear, ayudar, expresar, mover, conectar, descubrir…


3. El cuerpo es tu oráculo

Presta atención a lo que hace tu cuerpo cuando algo sí es para ti:
Tu postura cambia, respiras distinto, te concentras sin esfuerzo, te expandes.
Cuando algo no es para ti, el cuerpo se apaga, se resiste, se desconecta.
El cuerpo sabe antes que la mente.


4. No esperes que llegue como una revelación. Llega como una dirección.

Tu propósito no es una flecha que te cae desde el cielo. Es una dirección que descubres caminando.
Haz cosas. Prueba. Falla. Cambia. Sigue.
Cada intento es parte del propósito. Incluso cuando no lo parece.


5. No busques tu propósito solo para “ser alguien”

Ese es el error más común: pensar que el propósito debe convertirte en exitoso, productivo o respetado.
No. El propósito no es para que te admiren.
Es para que te reconozcas a ti mismo cuando haces lo que amas.


Una verdad que no te dijeron:

No encontrar tu propósito rápido no es un fracaso.
Es señal de que estás buscando algo real. Algo tuyo. Algo con alma.

Tu propósito no se encuentra en las agendas de otros.
Ni en los títulos. Ni en lo que “deberías estar haciendo a tu edad”.
Tu propósito está donde se cruzan tu curiosidad, tu dolor, tu historia, tu imaginación y tu capacidad de contribuir.

A veces aparece al escribir. Otras, al enseñar. Otras, al bailar, al cuidar a alguien, al transformar un rincón, al hablar con un desconocido y sentir que algo en ti dijo: “esto sí.”


En resumen: tu propósito no está fuera. Está latiendo en tu forma de sentir el mundo.

Si tienes TDA-H, tu propósito no es una línea recta. Es un mapa en espiral.
Llénalo de errores, de pasiones, de caminos raros, de momentos épicos y domésticos.
No te preocupes si nadie lo entiende.
Tu propósito no es para explicarlo. Es para vivirlo.

Y recuerda:
No llegas a tu propósito cuando lo entiendes.
Llegas cuando lo encarnas. Cuando lo vibras. Cuando lo eliges, sin necesidad de justificarlo.


Así que vuelve a intentarlo.
No para demostrar nada.
Sino porque tu alma merece tener una dirección con sentido.
Y tu cuerpo merece moverse hacia algo que te haga sentir, de verdad,
que estás en casa.

Clica Aquí. www.atencion.org