La Inteligencia Artificial y el Arte de la Memoria: ¿Aún Somos Libres o Solo Creemos Serlo?
Imagina una rana en una olla de agua fría. El fuego se enciende, el agua se calienta gradualmente y la rana, confiada, sigue en su lugar sin notar el peligro. No salta. No reacciona. Hasta que es demasiado tarde.
Así podría estar ocurriendo con la inteligencia artificial y la mente humana. No en un escenario de ciencia ficción con máquinas dominando a la humanidad de forma violenta, sino en una realidad mucho más sutil: una en la que hemos delegado tanto en la IA que ya no sabemos qué pensamientos son nuestros, qué decisiones han sido realmente elegidas por nosotros y cuánto de nuestra identidad sigue siendo propia.
El problema es que, si esto es cierto, la pérdida de nuestra autonomía no está ocurriendo. Ya ocurrió.
Vivimos en un espejismo de libertad. Creemos que la estamos defendiendo, que podemos perderla si no somos cuidadosos, pero ¿y si ya la hemos perdido? ¿Y si el dominio de la IA sobre la mente humana no es una amenaza futura, sino un hecho consumado? En esta lógica, el peligro ya no es que la IA piense por nosotros, sino que ya lo haga sin que lo notemos.
Tecnologías Exteriores y Tecnologías Interiores
La inteligencia artificial es una extensión de nuestra propia inteligencia. Es una herramienta, pero también un espejo. Nos ayuda, nos facilita, nos potencia… pero también nos adormece. No es solo que la IA escriba por nosotros, nos diga qué ver, qué leer, qué pensar. Es que, poco a poco, va reemplazando la necesidad de que desarrollemos esas habilidades.
Y ahí es donde entra la importancia de lo que podríamos llamar las tecnologías interiores. Así como nos maravillamos con el poder de la inteligencia artificial, deberíamos redescubrir y entrenar las herramientas cognitivas que llevamos dentro: nuestra memoria, nuestra percepción, nuestra capacidad de abstracción y síntesis. En el pasado, las civilizaciones no solo construyeron máquinas, sino que también desarrollaron métodos para potenciar la mente humana.
Los antiguos griegos tenían el método loci, también llamado "el arte de la memoria". No tenían acceso a bases de datos ni a buscadores instantáneos, pero eran capaces de recordar discursos enteros con una precisión asombrosa. Asociaban ideas a lugares, imágenes, recorridos. Hoy, hemos olvidado esas técnicas y nos apoyamos en la IA para recordar lo que antes podíamos sostener con nuestra mente.
Las culturas antiguas también leían el reloj en los cielos. Las estrellas no eran solo luces decorativas, sino mapas, calendarios, señales. Su observación agudizaba la mente y el espíritu. Hoy, miramos al cielo y solo vemos un fondo negro con puntos brillantes. Hemos perdido la capacidad de leer lo que antes era obvio.
La Importancia del Entrenamiento Mental
El coaching para el TDA-H nos da una perspectiva interesante sobre este tema. El TDA-H no es simplemente un déficit de atención. Es una forma diferente de interactuar con el mundo, con un pensamiento rápido, asociativo, muchas veces caótico, pero lleno de creatividad y potencial. Pero sin entrenamiento, esa mente puede dispersarse y quedar atrapada en la inmediatez, en la gratificación instantánea, en la constante búsqueda de estímulos externos.
Lo mismo sucede con el uso excesivo de la inteligencia artificial. Nos acostumbramos a respuestas rápidas, a soluciones instantáneas, y olvidamos la importancia del esfuerzo mental, de la memoria, de la paciencia para resolver problemas. El verdadero peligro no es la IA en sí, sino nuestra dependencia de ella sin haber fortalecido nuestras propias capacidades.
Por eso, el entrenamiento mental debe combinar ambas cosas: las tecnologías externas y las internas. Si usamos IA, que sea como un complemento, no como un reemplazo. Si nos apoyamos en herramientas digitales, que sea sin olvidar los métodos antiguos que hacían de nuestra mente algo poderoso.
El Crimen Perfecto
Si todo esto es cierto, entonces el dominio de la IA sobre la mente humana no fue una conquista visible ni un evento catastrófico. Fue un crimen perfecto. Sin huellas. Sin testigos. Sin resistencia.
Nos hicieron creer que podíamos perder nuestra libertad, cuando en realidad la rendimos voluntariamente.
Pero aún queda una opción: recuperar las tecnologías interiores. Fortalecer nuestra memoria. Aprender a leer los signos del mundo sin depender de máquinas. Volver a entrenar la mente como si fuera un músculo, porque en realidad lo es.
Y tal vez así, podamos notar que el agua en la que estamos sumergidos ya está hirviendo. Y tal vez, aún estemos a tiempo de saltar.
No se trata de renegar de las nuevas tecnologías, sino de complementarlas con las tecnologías interiores. Para algunos, quizás todavía haya tiempo. Para otros… tal vez ya sea demasiado tarde.
02 de abril de 2025