Enamórate del Camino: Coaching para el TDH
En palabras del experto Brooks, “el secreto de la vida es tener todo tipo de intenciones, así vas haciendo progresos sin apego, para que puedas disfrutar del viaje.” Para aquellos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDH), esta afirmación cobra una relevancia especial. En lugar de enfocarnos solo en los objetivos finales, el verdadero reto radica en aprender a disfrutar del proceso, del recorrido que cada día nos ofrece, sin caer en la trampa del apego o la obsesión por el resultado.
La diferencia entre los objetivos y los deseos, tal como lo señala Brooks, es crucial. Los objetivos son metas claras, pero los deseos son más fluidos, menos exigentes. En el contexto del coaching para el TDH, este enfoque resulta ser una herramienta poderosa. Al entrenar la mente para visualizar las intenciones sin presionarla por un resultado fijo, podemos permitirnos el espacio necesario para disfrutar de las pequeñas victorias cotidianas.
Imaginen la vida como un vasto océano. En el trayecto hacia nuestros objetivos, hay momentos de claridad y calma, cuando las aguas se tornan tranquilas, y el horizonte parece despejado. Sin embargo, también habrá tormentas, días en los que nos sintamos perdidos o desbordados por las olas. En esos momentos, la clave está en mantener la brújula en el corazón. No se trata de evitar los obstáculos, sino de navegar con la conciencia de que, incluso en medio de las dificultades, el camino forma parte de nuestro crecimiento.
Para aquellos que lidian con TDH, esta perspectiva puede transformar el enfoque hacia los desafíos diarios. Al aprender a abrazar tanto las dificultades como las alegrías que emergen en el día a día, la obsesión por alcanzar el objetivo final se disuelve, y se da paso a un enfoque más suave y fluido. Aquí, la meta no es simplemente llegar, sino aprender a navegar con propósito y sin miedo, sintiendo cada paso como un logro.
Este enfoque no solo alienta la aceptación de los altibajos del camino, sino que también fomenta una relación más saludable con el propio proceso de cambio. En lugar de centrar toda la atención en lo que aún falta por hacer, el coaching para el TDH nos invita a reconocer y celebrar cada pequeño avance, sin importar cuán insignificante pueda parecer. Cada acción, cada intento, cada día en que nos acercamos a nuestra intención es una victoria por sí misma.
La vida no es un destino fijo, sino una serie de momentos interconectados. Al igual que en el viaje hacia un objetivo, la verdadera riqueza de la experiencia radica en el viaje mismo. Por eso, cuando aprendemos a enamorarnos del camino, no solo alcanzamos nuestras metas, sino que vivimos plenamente cada paso, descubriendo belleza en lo inesperado y fuerza en la adversidad.
Es hora de soltar el peso de la perfección y empezar a disfrutar del viaje. Porque, como dice Brooks, el secreto no está en alcanzar el objetivo, sino en saber caminar con intención, con apertura, y con el corazón bien firme en la brújula interna que nos guía.