Se ha comprobando cómo muchos problemas de comportamiento
infantil mejoran con la supresión en la dieta de aditivos o sustancias
sospechosas de provocar reacciones inflamatorias; y, también, con la inclusión
de ciertas grasas y alimentos beneficiosos en el menú diario.
Parece que existe una conexión del trastorno por déficit de
atención con hiperactividad con ciertas alergias e intolerancias alimentarías.
El ya popular y conocido por todos Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad se ha convertido en todo un clásico dentro de las
sociedades contemporáneas. Este problema (que comienza a presentarse antes de
la adolescencia) está vinculado directamente al trastorno bipolar, y no es un
síndrome para nada desestimable.
Su alcance no termina ni en la niñez ni en la adolescencia.
Si bien estas etapas del individuo están condicionadas negativamente por este
trastorno, sus repercusiones se dan en la personalidad del individuo, pudiendo
incidir negativamente en él a futuro.
Es por eso que es importante que los padres contemplen a los
niños en este tipo de circunstancias, y además de la ayuda psicológica y
medicinal, a través de la alimentación puede ganarse mucho terreno.
La teoría Feingold
Hace más de 30 años, el doctor Ben Feingold, alergólogo y
pediatra norteamericano, desarrolló una dieta libre de aditivos (colorantes
artificiales, potenciadores del sabor, conservantes...) y salicilatos
(“parientes” del ácido acetilsalicílico, presentes en ciertas frutas y
verduras). En su opinión, esta dieta podía prevenir ciertas alergias
infantiles. Para su sorpresa –y la de los padres de los niños tratados– muchos
de los menores que la siguieron no sólo mejoraron sus síntomas de alergia, sino
que experimentaron cambios muy positivos en su comportamiento. Niños
problemáticos, inquietos y con escasa capacidad de concentración y atención
–signos del trastorno de déficit de atención con hiperactividad–, mejoraban en
todos esos parámetros. Como es fácil de entender, esos padres se convirtieron
en los mejores propagadores de la dieta Feingold.
La respuesta de la Pediatría “oficial” fue más tibia,
incluso escéptica, desde el principio. En aquellos años, la idea de las alergias
e intolerancias alimentarías y su relación con el comportamiento infantil no
había “cuajado” totalmente.
Así quedaron las cosas hasta que, un trabajo realizado por
expertos de la Escuela de Psicología de la Universidad de Southampton (Reino
Unido) puso de nuevo la dieta de Feingold en primer plano de la actualidad
médica. Los científicos estudiaron los cambios en el comportamiento que
experimentaban un total de 300 niños (un grupo de tres años y otro de entre
ocho y nueve años) cuando tomaban, alternativamente y en semanas consecutivas,
un zumo de frutas sin aditivos y el mismo zumo con dos combinaciones de
colorantes que, además, contenían el conservante benzoato de sodio (muy
utilizado en alimentación). Los zumos tenían el mismo aspecto y sabor y ni los
padres ni los niños sabían si el de esa semana llevaba los aditivos o no. Cada
semana, el comportamiento de los niños fue monitorizado según los estándares
que se emplean para el diagnóstico del trastorno de déficit de atención con
hiperactividad.
¿Resultados? Se comprobó que cuando los niños tomaban estas
bebidas se producía un aumento de hiperactividad, aunque los resultados no eran
similares en todos los niños. Se observó también que el deterioro de
comportamiento se producía en los niños en general y no sólo en los que habían
sido diagnosticados con hiperactividad.
Según el Profesor Jim Stevenson, que dirigió el estudio,
ahora existen pruebas definitivas de que la mezcla de ciertos colorantes
alimentarios con el conservante benzoato de sodio puede influir de forma
negativa en el comportamiento de los niños.
¿Son esos cambios en el comportamiento síntomas de una
alergia alimentaria como sostenía Feingold o se deben a efectos de los aditivos
en la química cerebral? ¿Qué aditivos presentes en el zumo fueron los máximos
responsables de los cambios? Mientras los científicos aclaran estas y otras
dudas, conviene retomar la teoría, cada vez más aceptada, de la conexión del
trastorno por déficit de atención con hiperactividad con ciertas alergias e
intolerancias alimentarías (e incluso con el asma y los eccemas).
Los médicos naturópatas y los pediatras especializados en
nutrición, que desde siempre han estado más abiertos a la teoría Feingold,
llevan años comprobando cómo muchos problemas de comportamiento infantil
mejoran con la supresión en la dieta de sustancias sospechosas de provocar
reacciones inflamatorias y, también, con la inclusión de ciertas grasas y
alimentos beneficiosos.
Cambios en la dieta que pueden ser beneficiosos
La dieta Feingold: El doctor Benjamín Feingold desarrolló
esta dieta con base en la teoría de que los salicilatos (sustancias similares a
la aspirin que se encuentran en una amplia variedad de alimentos) son uno de
los factores que provocan la hiperactividad. Esta teoría no se ha podido
validar en todos los estudios que se han realizado sobre el tema. Alrededor de
entre un 10 y un 25% de los niños pueden ser sensibles a los salicilatos. La
dieta de Feingold elimina también los aditivos sintéticos, los colorantes y las
sustancias que se añaden comúnmente a los alimentos procesados. Esta dieta, en
cualquier forma, es complicada y requiere de la ayuda de un profesional de la
salud experimentado.
Al principio del tratamiento, se suprimen medicamentos como
la aspirina y algunos alimentos ricos en salicilatos (manzanas, almendras,
tomates, maíz, trigo, soja, lácteos, huevos, cítricos o frutos del bosque).
Estos últimos son sustituidos por peras, plátanos y anacardos, con menor riesgo
de alergias e intolerancias (los alimentos eliminados se reintroducen
gradualmente). También se deben evitar:
Los colorantes artificiales.
Los potenciadores sintéticos del sabor.
El aspartamo (un edulcorante artificial).
Los conservantes sintéticos BHA, BHT, TBHQ (son derivados
del petróleo).Dieta hipoalergénica: Algunos estudios han mostrado que eliminar
de la dieta los alimentos que provocan alergias y los que contienen aditivos
puede ayudar a los niños con problemas de atención.
Las vitaminas que pueden tener una acción positiva en caso
de TDAH, las vitaminas C, E y el complejo B son agentes que actúan
favorablemente en los chicos con este problema.
Los ácidos grasos esenciales tienen un efecto positivo. El
pescado azul, el aceite de oliva o el aceite de bacalao, por ejemplo, tienen
una acción muy positiva en casos de TDAH, regulando la irritabilidad y los
estados nerviosos.
Azúcares en la dieta: Hay padres que consideran que el
azúcar puede agravar el TDAH. Se ha informado que las niñas a las que se les
restringe el consumo de azúcar mejoran más que los niños que se someten al
mismo tratamiento. Aunque la mayoría de los estudios no han encontrado que el
azúcar estimule la hiperactividad, excepto en casos raros, se ha cuestionado el
diseño experimental de tales estudios.
Alimentos Ricos en Magnesio. Algunos niños con TDAH tienen
niveles bajos de magnesio. En un estudio controlado preliminar, 50 niños con
TDAH y niveles bajos de magnesio en sangre recibieron una dosis de 200 mg de
magnesio diario durante seis meses. En comparación con otros 25 niños con TDAH
con niveles bajos de magnesio, aquellos que recibieron el suplemento mostraron
una disminución importante en el comportamiento hiperactivo.
Existen varias dietas dirigidas a los niños, que combinan
estos alimentos logrando buenos resultados. No obstante, recomendamos dirigirse
a un nutricionista para elaborar una dieta personalizada si su hijo sufre TDAH.