viernes, septiembre 14, 2007

lenguaje no verbal


Pongamos como ejemplo un bello árbol. Nuestra atención consciente ve que es frondoso, que sus ramas se extienden hacia el cielo, que el tronco es sólido, que hay pájaros en algunas ramas, etc. A la vez percibiremos de forma periférica, aunque no fijemos la atención en ello, si el día está gris o soleado, si hace frío o calor, si hace viento, si el lugar donde se encuentra el árbol es verde, rocoso o árido, si hay silencio o ruido, etc. El árbol nos parecerá más o menos hermoso en función de la armonía del conjunto.

Otro ejemplo sería una conversación entre dos personas. La atención consciente se fijará en las palabras que se entrecrucen en dicha conversación, pero inconscientemente se absorberán muchos otros datos que nada tienen que ver con la conversación en sí misma, como la postura de la otra persona, su manera de moverse, sus gestos, su acento, el tono de su voz, si está tranquila o nerviosa, si su actitud es acogedora o distante, los rasgos faciales, el color del pelo, la forma de vestirse, las manos, su capacidad de escucha, etc. Todos estos datos percibidos periféricamente completan la información consciente y, aparte de la veracidad o no de las propias palabras, harán que la conversación se convierta en fiable o no, en agradable o incómoda... no sabemos exactamente (conscientemente) por qué esa persona nos resulta agradable o, por el contrario, no nos gusta o no nos resulta fiable. De nuevo la armonía o desarmonía del conjunto habrán influido en nuestra opinión y respuesta finales.