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martes, abril 08, 2025

Memoria en Movimiento: Cómo Aprender Usando el Cuerpo y las Emociones

La memoria no es un archivo estático donde guardamos información de forma fría y ordenada. Es un proceso vivo, influenciado por nuestras emociones y experiencias corporales. Francisco Mora sostiene que “sin emoción, no hay aprendizaje”, y Antonio Damasio, con su hipótesis del marcador somático, lleva esta idea aún más lejos: nuestras decisiones y recuerdos están profundamente ligados a las sensaciones físicas y emocionales. Si esto es cierto, ¿por qué insistimos en aprender solo con la mente, dejando el cuerpo y las emociones de lado?

Para muchas personas con TDA-H, que no suelen pensar en imágenes mentales fijas, esto supone una oportunidad: pueden construir palacios de la memoria sin depender de la visualización, usando en su lugar el movimiento, la narrativa y la emoción como herramientas para recordar y organizar el conocimiento.

Aprender con el cuerpo: el marcador somático en acción

Según Damasio, las emociones y el cuerpo funcionan como “marcadores” que guían la memoria y la toma de decisiones. Cuando algo nos impacta emocionalmente, el cuerpo lo graba de manera más profunda. Esto explica por qué recordamos con más facilidad experiencias intensas que datos sin conexión afectiva.

Si aplicamos esta idea al aprendizaje, encontramos estrategias más naturales para recordar:

  • Asociar información con el movimiento: Hacer gestos, cambiar de postura o caminar mientras se estudia refuerza la memoria al involucrar el cuerpo en el proceso.

  • Vincular conocimientos con emociones: Un dato aislado se olvida fácilmente, pero si está conectado a una historia emocionante o una sensación física, se recuerda con mayor facilidad.

  • Crear narraciones dinámicas: Transformar ideas abstractas en relatos ayuda a organizar la información de manera más efectiva.

Un palacio de la memoria sin imágenes, pero con sensaciones

Supongamos que quieres recordar conceptos sobre el TDA-H. En lugar de imaginar un palacio visual, podrías:

  1. Usar el cuerpo como mapa: Asociar cada idea con una parte del cuerpo (por ejemplo, tocar la cabeza para "atención", los pies para "hiperactividad", el pecho para "impulsividad").

  2. Crear una historia cargada de emoción: “Un niño llamado Impulso corre sin rumbo hasta que encuentra un faro (atención) que lo guía. De repente, una tormenta (distracción) lo desvía, pero recuerda que lleva una brújula (estrategia) y vuelve al camino.”

  3. Incluir ritmos y sonidos: Cantar o recitar información en un tono rítmico hace que se grabe mejor en la memoria.

  4. Asociar ideas con experiencias reales: Relacionar cada concepto con un momento vivido o con una emoción personal.

Un aprendizaje más humano

La visión de Antonio Damasio nos recuerda que pensar no es solo un proceso racional; es también sentir y experimentar. Para quienes tienen TDA-H, o simplemente para quienes no piensan en imágenes mentales nítidas, esta es una oportunidad de explorar un aprendizaje más auténtico. Si las emociones y el cuerpo son claves en la memoria, entonces aprender no es solo una cuestión de datos, sino de vivencias. Al final, recordamos no lo que simplemente vimos o leímos, sino lo que realmente sentimos.


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