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lunes, marzo 24, 2025

Coaching para el TDAH y la tolerancia a la frustración: cuando las cosas no salen como esperábamos

Para muchas personas con TDAH, la frustración no es solo una emoción pasajera, sino una tormenta interna difícil de gestionar. La impaciencia, el perfeccionismo o la sensación de que las cosas deberían fluir de otra manera pueden generar un bloqueo emocional que dificulta la toma de decisiones y la persistencia en los objetivos. En este contexto, el coaching no busca imponer soluciones, sino ofrecer herramientas para comprender y canalizar la frustración de manera más saludable.

La frustración en el TDAH: más que una simple molestia

El TDAH implica una sensibilidad emocional que amplifica la frustración. Un pequeño contratiempo puede parecer una catástrofe, generando una reacción desproporcionada o incluso parálisis. Esto no es un defecto de carácter, sino una respuesta neurológica real. La dificultad para regular emociones y la tendencia a la gratificación inmediata pueden hacer que la espera o el fracaso parcial sean insoportables.

Cuando algo no sale como se espera, el cerebro con TDAH puede interpretar el evento como una señal de que todo está perdido, lo que lleva a abandonar proyectos, reaccionar impulsivamente o quedar atrapado en la rumiación. En este punto, el coaching puede ser un espacio para la autoobservación y el ajuste de estrategias.

Estrategias para manejar la frustración

  1. Redefinir el error
    El perfeccionismo es un enemigo silencioso que convierte cualquier tropiezo en una derrota total. Trabajar en la reinterpretación del error como parte del proceso ayuda a desactivar la rigidez mental. Un ejercicio útil es preguntarse: ¿Qué puedo aprender de esto? en lugar de ¿Por qué siempre me pasa lo mismo?

  2. Practicar la pausa consciente
    La impulsividad puede llevar a reacciones emocionales intensas. Incorporar una pausa antes de reaccionar permite evaluar la situación con mayor claridad. Un truco sencillo es contar hasta diez, respirar profundo o escribir en un papel lo que se siente antes de actuar.

  3. Ajustar expectativas
    No todo tiene que salir perfecto ni funcionar a la primera. A veces, las expectativas poco realistas generan más frustración que la propia dificultad. Enfocarse en avances pequeños y reconocerlos puede cambiar la percepción del progreso.

  4. Darle un propósito a la incomodidad
    La frustración es una señal de que algo importa. En lugar de rechazarla, se puede usar como una brújula para detectar qué necesita atención. En coaching, esta estrategia ayuda a reformular la frustración como un indicador de dirección en lugar de un obstáculo.

  5. Cultivar la autocompasión
    Muchas personas con TDAH se castigan mentalmente por sus dificultades. Sin embargo, el trato interno influye en la capacidad de adaptación. Hablarse con comprensión en lugar de crítica permite recuperar la confianza y seguir adelante con mayor facilidad.

Un camino de adaptación, no de resistencia

La frustración no desaparecerá, pero su impacto puede cambiar. Al desarrollar estrategias para gestionarla, el TDAH deja de ser una barrera y se convierte en una característica que puede trabajarse con inteligencia y paciencia. No se trata de evitar el malestar, sino de aprender a transitarlo sin perderse en él.

Fecha: 14 de marzo de 2025.



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