miércoles, noviembre 23, 2011

En el caso de los niños podemos usar el ejemplo de hacer las tareas escolares. Todos los niños de 4 a 8 años necesitan de guías externas para hacer sus tareas. Es necesario protegerles de aquello que puede distraerles y enseñarles a no responder a la tendencia natural de hacer otras actividades (ver televisión, contestar el teléfono, hablar con su hermanito, sacar punta al lápiz, ir con sus amigos a jugar). Es decir, se les enseña a no responder a los estímulos que son más atractivos e influyentes para ellos.

Poco a poco ellos aprenden a controlar los impulsos de involucrarse en actividades más interesantes, lo que se conoce como inhibir impulsos. Durante la tarea escolar también es necesario recordarles lo que tienen que hacer, darle instrucciones mientras trabajan, motivarlos, ayudarles a tolerar experiencias frustrantes ante la dificultad en alguna parte de la tarea y enseñarles a lidiar con los obstáculos que se presentan.

Sin embargo, llega el momento en que los niños, quizá de 9 años en adelante, logran internalizar en buena medida estas guías externas, y las ayudas de los padres no son tan necesarias. 

Ya entonces, para alcanzar la meta de hacer la tarea escolar pueden frenar con mayor facilidad a hacer cosas más interesantes y logran recordar que es lo que deben hacer (buscar el cuaderno, hacer la tarea de matemáticas, guardar el cuaderno en el bulto o mochila), darse instrucciones ("después que termine podré jugar con mis amigos), protegerse de las frustraciones que naturalmente van a surgir ("este ejercicio es más difícil de lo que esperaba, pero puede hacerse") y ser creativos o flexibles para buscar la solución a los obstáculos que se presenten (llamar a un compañero para aclarar lo que la maestra pidió). Esto se logra por medio de las funciones ejecutivas.