viernes, septiembre 28, 2007

"El niño hiperactivo no siempre se cura con los años"

Fuente: El Mundo.

Es una autoridad mundial en el estudio de la hiperactividad infantil. Aboga por una mayor formación de padres y maestros para manejar mejor el trastorno

LUIS PARDO

A Howard Abikoff (Nueva York, 1945) se le dan bien los niños según confesión propia. Y no sólo porque lleve más de 30 años dedicados al estudio de los menores que padecen Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). También, porque durante todo este tiempo nunca ha perdido el contacto directo con los más pequeños a través de actividades como la que organiza cada verano para niños con graves problemas de comportamiento. «Me gusta seguir de cerca los casos más difíciles porque me ayuda a ser honesto, a estar con los pies en el suelo y a saber realmente las dificultades que pueden llegar a tener estos chicos para vivir experiencias satisfactorias tan comunes en otros chavales de la misma edad», explica este profesor de Psiquiatría Infantil de la Universidad de Nueva York y director del Instituto para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad de esta institución. Su intervención, la semana pasada, en NEO'07, la reunión internacional sobre neurociencias celebrada en Barcelona, abordó los aspectos más controvertidos ligados al manejo del TDAH.

Pregunta.- ¿Qué le diría al escéptico que no ve la hiperactividad del niño como un verdadero problema de salud que deba ser diagnosticado y tratado?

Respuesta.- Que son muchas las evidencias que sugieren justo lo contrario. Que estamos ante un trastorno que causa mucho estrés y sufrimiento y que además puede hacerlo durante años. No estamos hablando de personas distraídas que se mueven más de lo normal en la escuela o en casa, sino de niños con un problema que debe ser correctamente diagnosticado. A los padres que sospechan de su existencia, les recomiendo que acudan a un centro especializado que cuente con una unidad específica de TDAH.

P.- Pero en España no abundan precisamente este tipo de centros.

R.- En ese caso, lo conveniente es que, al menos, lo vea un profesional con mucha experiencia en el manejo de los infantes con este problema.

P.- Si el niño no mejora, a los padres siempre les queda la esperanza de que el trastorno desaparezca con el tiempo.

R.- Eso se pensaba antes: que era cuestión de tiempo, que los problemas de hiperactividad remitían con la llegada de la adolescencia, pero desgraciadamente no siempre es así. Hay estudios en marcha centrados en la evolución del paciente desde la infancia hasta la edad adulta y las noticias por ahora no son buenas: al menos el 60% de los niños afectados continúa teniendo problemas cuando se hacen mayores.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Muestran cierta incapacidad para organizar su vida, planificar su tiempo y sacar adelante sus tareas cuando éstas se acumulan. A aquellos que tienen un empleo les cuesta cumplir el horario o entregar las cosas dentro de plazo. De hecho suelen cambiar más de trabajo y no siempre de forma voluntaria. Además, tienen más conflictos de pareja que el resto y es lógico teniendo en cuenta que les cuesta más controlar sus enfados y suelen experimentar sentimientos de frustración. Al cabo del tiempo acaban presentando una baja autoestima.

P.- ¿Es posible canalizar aspectos negativos como la hiperactividad o la impulsividad hacia otros más positivos como la creatividad o la productividad?

R.- Es una posibilidad. Hay adultos con este trastorno que han encontrado la manera de hacerla realidad buscando un entorno que les permitiera dar salida a esa energía, aprovecharla de forma ventajosa. Está claro que llevan mejor un empleo que requiera moverse mucho que otro que exija pasar ocho horas sentado en un despacho.

P.- ¿Está a favor de los fármacos en niños de menos de seis años?

R.- Aunque en muchos países suelen tomar la medicación a partir de esa edad, en EEUU hemos realizado estudios que demuestran que niños de tres y cuatro años con un TDAH más severo consiguen una respuesta y un beneficio tan buenos como el observado en otros más mayores. Necesitamos más estudios para saber con seguridad cuál es la mejor dosis. En cualquier caso, la medicación no cura el trastorno. Permite controlar los síntomas en el 75% de los niños pero no les enseña, por ejemplo, habilidades sociales, ni les ayuda a no perder amigos. Por eso es bueno hacer un enfoque psicosocial que incluya la formación a padres y maestros, para que todos aprendan técnicas de modificación del comportamiento.

P.- En poco tiempo han coincidido varios estudios que han alertado a los padres de los riesgos de que sus hijos vean mucho la tele o de seguir una dieta con determinados colorantes y conservantes.

R.- Pasar muchas hora delante del televisor o del ordenador no va a provocar la aparición de este trastorno, pero es obvio que estos niños están dejando de hacer algo que es clave en su desarrollo: la interacción con los demás. Respecto a los colorantes hay estudios antiguos que descartan su efecto sobre la aparición de síntomas. Este último estudio, realizado con niños sin TDAH y bien diseñado, debe ser corroborado por nuevos trabajos antes de tomar cualquier medida que censure el uso de estos productos.